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La confesión Sadomaso

4:13 pm Monday, 10th February, 2020

Estaba sentado en una posición de total desencanto. La embriaguez del vino le había adormecido cualquier arranque pasional que solía caracterizarlo. Estaba en estado de trance, por eso empezó a confesarlo todo.

–El día que la vi por primera vez sentí un instinto salvaje irreprimible. Desde la primera vez, quise arrodillarla ante mí y tenerla a mi merced, a mi alcance y a mi entera disposición. Vaya quimera, pensarás. Ya conoces a Antía, una tipa prepotente, orgullosa y con cara de pocos amigos. ¿Que por qué me provocó semejante sacudida? Creo que precisamente por ese tipo de máscara y comportamiento que representaba. Pero siempre he sido muy bueno viendo detrás de los disfraces. Desde el primer momento sabía que sería un blanco fácil; sólo tenía que encontrar el momento perfecto.

>> El momento llegó cuando ella me pidió colaborar con su equipo. Un día nos quedamos solos en la oficina y le pregunté tranquilamente si quería venir a tomar algo a mi apartamento. Se sorprendió, por supuesto. No creía que un tipo, aparentemente introvertido y tímido tuviese el coraje de pedir las cosas tan descarada y abiertamente. Pero lo hice. Sabía que iba a decir a que sí. Estaba completamente seguro de ello. Y aunque al principio dijo que no, luego en la puerta, cuando ya me iba, accedió y dijo que una copa después del trabajo no la mataría.

>> Nos fuimos andando. Yo en silencio estoico; le contestaba en monosílabos a un perpetuo monólogo que mantenía, más para sí misma que para mí, encumbrando la cima del narcisismo crónico que padecía. Cuando llegamos a mi casa, le serví la copa de vino tinto tal y como había prometido. Ella lo bebió con avidez, esperando nerviosa algún tipo de reacción por mi parte. De repente cesó de hablar y el silencio nos envolvió en una realidad paralela, desnudando nuestras ideas. Su cuerpo menudo y redondeado, le daba aspecto de una frágil muñeca de porcelana. Su rostro pecoso, sus muslos rechonchos, sus pequeños pero a la vez abultados senos… Paradójicamente aquello me encantaba. Tenía no obstante, unos labios sensuales y carnosos que no tardé mucho en degustar. Me acerqué a ella, la arrastré por la cintura hacia mí y la besé con saña y ganas. La mordí primero despacio y luego más hambriento. Ella gimió, de dolor y placer, pero en ningún momento soltó el abrazo en la que yo la tenía contenida.

>> No esperé mucho para revelarle mis verdaderas intenciones. Cuando la despegué de mis labios, le pregunté si estaría dispuesta a someterse a mis deseos. La embriaguez del beso y lo morboso de la propuesta, parecieron encantarle. Dijo que sí, con una sonrisa pícara. Creo que en ese momento no se esperaba del todo lo que iba a venir a continuación. Aún así, a modo de prevención, le pedí que me parara si no podía continuar. Me miró confundida y excitada pero, no obstante, asintió con la cabeza.

>> Lo primero que hice fue bajarla hasta el suelo y arrodillarla, tal y como había imaginado la vez en que la conocí. Ella se dejó hacer completamente. Me desabroché el cinturón, luego el pantalón, y saqué mi miembro completamente tieso. Se lo introduje en la boca y ella lo chupó con ansias. Empecé a embestir su boca con saña. Mi miembro tocaba su garganta. Ella parecía sufrir y disfrutarlo a la vez. Le encantaba. Paré. La agarré del pelo y le di la vuelta. Le saqué la ropa yo mismo, sin dejarle margen de acción para nada, como si fuera una muñeca sin voluntad alguna. Esa primera vez simplemente lo hice con la mano; no me hacía falta utilizar ningún instrumento en especial. Todavía era muy temprano para ello. Le puse el culo en pompa y con la mano abierta le di un fuerte azote que resonó en todo el lugar. Ella gritó, más por la sorpresa que por el dolor. No me paré y seguí dándole azotes hasta que mi mano empezó a hormiguear fuertemente. Su culo quedó completamente rojo y con vetas blancas. Ella intentó darse la vuelta. “No me mires”, le ordené. Todavía en la misma posición, introduje un par de dedos en su vagina. Estaba completamente mojada. Mi polla se hinchó del morbo que aquello me provocó. “Voy a follarte duro”, le dije. Ella me suplicó que lo hiciera. Y lo hice.

>> Podría haber aguantado más, sin embargo, me dejé llevar, fuera de control. Le introduje mi miembro y empecé a embestirla con fuerza. Ella no tardó mucho en correrse. Me sorprendió hubiese alcanzado el orgasmo con tanta rapidez. Seguí con más fuerza todavía, furioso de que ella hubiese llegado antes que yo; me hubiera encantado privarle de ese placer. Pero al mismo tiempo, me excitó el hecho de pensar que ella había llegado al éxtasis después de haber sido sometida y dominada. La agarré del pelo con fuerza. Seguí dándole duro hasta correrme dentro de ella. La volví a arrodillar y le pedí que me limpiase con su bocalos restos que había dejado mi semen y sus propios fluidos. Me subí los pantalones y luego la vestí a ella, con minuciosidad y premeditada lentitud. Este simple gesto demandaba que a partir de ahora, iba a ser mía. Mía para hacer lo que quisiera con su cuerpo.

Cuando terminó la historia la copa de vino reposaba vacía en su mano. Emitió un largo y melancólico suspiro.

–Si te digo la verdad estoy desencantado. Necesito encontrar a alguien más para mi mazmorra.

–¿Para tu mazmorra?

–Es uno de mis secretos mejor guardados, así que no digas nada. Ahora mismo ella aguarda por mí en ella, atada y amordazada, totalmente desposeída de control alguno. Aguarda a su amo, a mí, a que vaya a liberarla, atándola al placer más sublime que una sumisa jamás pueda desear.





Comments
4:04 pm Monday, 17th February, 2020

👌🤖

1:04 am Friday, 21st February, 2020

Es cualquier cosa este relato Fantasioso...

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