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Regalo de Navidad

12:19 pm Thursday, 12th December, 2019

Huir de lo que se quiere es el preámbulo de una batalla perdida.

Por razones incomprensibles del destino, el compañero que tanto le atraía se limitaba a mandarle señales eróticas de frustración apagada por sabe dios qué motivos. No estaba casado. No tenía hijos. No tenía en realidad nada que lo atara a una relación. Estaba él sólo en el mundo y en su peculiar batalla contra un enemigo invisible que era la vida. No se veían muy a menudo; cada una trabajaba en un departamento diferente y él viajaba cada semana a un rincón del planeta para hacer negocios con desconocidos.

¿Es que en realidad era gay? ¿O es que tenía un amor en cada puerto? ¿Estaba secretamente enamorado de alguien imposible? ¿O tenía una familia escondida en el zulo de alguna casa remota?

Lo que sí era un hecho era la intensidad de su mirada cuando se sentaba tranquilamente con ella para tomar un café en los descansos del trabajo. El hecho de que se aproximaba tanto, que podía notar el perfume de hombre sutil que emanaba de su cuello y que tanto le tentaba morder. El hecho de que cuando estaba fuera le mandaba cada día un mensaje deseándole buenos días. Luego la conversación seguía hasta el punto en el que lo erótico empezaba a asomar pero era frenado perspicazmente por él. Siempre la dejaba con las ganas de algo más y eso la frustraba y la volvía loca a la vez que de alguna manera retorcida, le encantaba.

Llegaron las navidades y los empleados se reunieron en la trillada cena de empresa donde todos fingían llevarse bien con todos, bebían como cosacos y abrían sus respectivos regalos del amigo invisible. Cuando le tocó el suyo se quedó medio boquiabierta. Siguiendo las modas y tendencias del momento, su pervertido amigo le había regalado un succionador.

“Para que me tengas presente en los más placenteros momentos de tu vida”.

Guardó este mensaje pero fue la comidilla de los demás cuando se enteraron. Las risillas burlonas y los comentarios de los más graciosos la acabaron cansado hasta el punto en el que se quedó sin las ganas de averiguar de quién se trataba.

—Parece que al menos alguien tendrá una noche ocupada —le dijo él, refiriéndose al regalo.
—Bueno… preferiría algo más real, aunque hablen maravillas del cacharro este.
—No seas tonta… Estoy seguro de que podrías conseguir a quien te propusieras.

Ella lo miró, con intensidad. Si hubiera tenido una copa de más probablemente se hubiera atrevido a ir más allá. Pero no lo hizo, a pesar de que la mirada de él se enganchó en la de ella febrilmente. Luego él medio sonrió y se excusó rápidamente con que tenía que ir al servicio.

Huyó. Como hacía siempre. Mutis por el foro. No volvieron a coincidir juntos en la cena. Ella se pasó un poco con las copas y su embriaguez se transformó en rabia y resentimiento. ¿Por qué siempre le hacía lo mismo? ¿Por qué le encantaba calentarle el coño para luego desaparecer inmediatamente? No entendía nada.

Se fugó del sitio como una prófuga, huyendo ahora ella de sí misma, con la suficiente cordura de prevenir antes que curar. Le gustaba su trabajo y no quería perderlo por un ataque de cólera. Al menos podría curarla con su recién adquirido regalo.

Llegó a su casa como un tifón, dando patadas a todo lo que se encontraba por el medio. Tiró su bolso a una esquina, su chaqueta; a otra y se desnudó con rabia, arrojando y lanzando su ropa por la habitación. Rompió el embalaje de su juguete, lo lavó antes de usarlo y luego se dejó caer en su mullida cama. Estaba completamente desnuda y su cuerpo ardía en lujuria y furia. Tenía unas piernas largas, un trasero prominente y unos pechos naturalmente realzados y bien formados. Su cabellera negra y sus largas pestañas contrastaban sobre su piel nívea invernal.

Encendió el succionador y abriendo las piernas, situó la boquilla en el clítoris. El funcionamiento del aparato no tenía mucho misterio. Uno de los botones activaba la capacidad de succión y el otro la de vibración. En cuanto tocó su clítoris sintió una oleada de placer inmensa. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones. Al momento, dejó volar su imaginación y las fantasías empezaron a circular por su mente. Se empezaba a derretir poco a poco. Aunque intentó dejarlo de lado, su objeto de deseo al instante. Su compañero no era mucho más alto que ella, pero tenía unas manos enormes y un cuerpo musculado y bien formado. Su sonrisa de presentador de televisión y sus ojos oscuros y castaños, casi negros, escondían todo el misterio que emanaba de su presencia. Empezó a imaginárselo desnudo, mientras iba incrementado las velocidades del succionador. El orgasmo se aproximaba vertiginosamente mientras su imaginación se elevaba….

Y fue entonces cuando sonó el timbre de su casa. Paró un momento pero decidió continuar, ignorando la llamada. Sin embargo el timbre volvió a sonar interrumpiendo nuevamente su sesión. Finalmente se levantó preocupada, puesto que era ya demasiado tarde en la noche. Se puso su batín de raso negro sobre su cuerpo desnudo y sin hacer mucho ruido se acercó a la mirilla de su puerta. Su corazón casi volcó. Ahí estaba él, al otro lado, mirando al suelo, debatiéndose tal vez entre huir o seguir insistiendo. Antes de que tomase él la decisión, ella le abrió la puerta.

Lo miró con sorpresa e inquisitivamente.

—Perdona —se disculpó él, atropelladamente—. Te estuve buscando por toda la fiesta pero no te encontré.
—Es que me cansé y me fui —el recuerdo del enfado la hizo subir de tono.
—¿Hice yo algo mal?
—Sí, calentarme para luego escabullirte. Lo que haces siempre, vamos, sólo que hoy me cansé.

Él la miró con sorpresa.

—No era mi intención… —empezó él a decir, atropelladamente.
—¡No me jodas! —le gritó ella.

Él se calló y la miró. Sus ojos ardían. No era sólo la terrible cólera que le quemaba la sangre, sino también la lujuria violenta que se dibujaba en ella. Tenía el cabello alborotado, el batín medio abierto, dejando asomar parte de sus senos, que subían y bajaban por el ritmo de su respiración.

No hizo falta mucho más. Se abalanzó sobre ella, jalando sus caderas hacia él, agarrando su cabello con fuerza y firmeza y apretando sus labios en los suyos, penetrándola con su lengua voraz, dejándola sin respiración.

Es complicado describir la pasión guardada con celo, la tensión sexual nunca resuelta por inseguridades y problemas callados. Y cómo de repente se desvanece en sólo unos segundos. Cómo el tiempo deja de existir. Cómo todo se condensa en sentir el placer que uno por cobardía propia, se ha prohibido tan tontamente.

Él la apretó hacia su cuerpo, queriendo fundirse por completo. Se besaron apasionadamente al tiempo que él la levantaba por las caderas, apretándola contra el bulto hinchado de sus pantalones. Sujetándola de esta manera la llevó a su desordenada habitación, cayendo ambos sobre la cama. Allí descubrió el juguete que había estado usando previamente, haciendo que su excitación aumentara. Le arrancó el batín para descubrir su cuerpo totalmente desnudo a su merced. Gruñó de gusto. Empezó mordiéndole el cuello suavemente, bajando hacia sus senos, cuyos pezones erectos le supieron a gloria. Siguió su recorrido hacia más abajo, hasta que llegó a la uve de sus ingles. Le mordió los laterales, haciendo que ella suspirara largamente. Luego entró con su boca en la humedad candente de su vagina, deleitándose con los jugos y el olor de fémina. Cuando estuvo a punto de correrse ella lo apartó y lo llevó hacia su boca. Le sacó la ropa que tanto sobraba, sintiendo la piel de él sobre la de ella. Ardían.

Ella se arrodilló en la cama y lo acostó de un empujón. Bajó su boca hacia su miembro endurecido, chupando suavemente al principio y luego introduciéndola en su boca por completo. Le encantó sentirla dentro de su boca, tan dura y abrasadora. Paró antes de que él se corriera, y a horcajadas, se sentó sobre él, introduciendo su miembro fácilmente en la humedad de su coño. Empezó a moverse compulsivamente, presa del placer, de la pasión del momento. Al cabo él la arrancó de su posición, y se puso sobre ella. Como un animal salvaje terminó corriéndose en grandes embestidas, haciendo que ella por su parte terminara en un orgasmo húmedo y largamente deseado. Se besaron apasionadamente, abrazados, entrelazados e inseparables…

Cuando ella terminó su sesión con el succionador se preguntó si en algún punto del futuro, sus vívidas fantasías se realizarían. Al fin y al cabo, quien huye de sus más profundos deseos, jamás podrá vencer batalla alguna.




Comments
3:15 pm Thursday, 12th December, 2019

Ojala fuera verdad la historia pero por regla general no suelen terminar tan bien ese tipo de historias;es mas;jamas se llegan a realizar.

6:56 pm Thursday, 12th December, 2019

Cuenta.  Conmigo amor

10:23 pm Thursday, 12th December, 2019

Oleeeee impresionante!!!!

7:03 pm Saturday, 14th December, 2019

puede ser son historias que suseden en esta via 

8:31 pm Tuesday, 31st December, 2019

Hermoso y bello relato de verdad graciaspor compartir saludos su amigo leonardo

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