Home > Blogs > SiteAdminMayka > Administradora del Sitio - No contactar > Blog Post

La Autoridad de la lujuria

5:25 pm Tuesday, 24th September, 2019

El policía la había escoltado al centro de salud para que se hiciera los análisis de sangre correspondientes. Había dado positivo en las dos pruebas del etilómetro y aún así, obstinada, se había negado los resultados fueran correctos.

Marta no entendía por qué había dado positivo si sólo había tomado dos copas de vino habían cenado bien en el restaurante italiano que recién habían abierto en el barrio de su amiga. El hombre, que según ella tenía cara de amargado y misántropo, había insistido de malas maneras que el aparetejo nunca mentía y que si la prueba de la analítica resultaba ser positiva, tendría que incurrir ella con todos los gastos además de pagar la correspondiente multa. Estaba hecha una furia. Era tarde y mañana tenía que levantarse temprano para trabajar. Y no le gustaba para nada madrugar. Lo miró de reojo con cara de desprecio, mientra la inmutabilidad de él le dedicaba un desparpajo arrogante y resabido. Si no fuera por su monumental enfado, se habría fijado en los majestuosos y fibrosos brazos que se marcaban bajo la apretada camisa del uniforme. También se habría fijado en el portentoso bulto que asomaba su entrepierna o los esponjosos labios que humedecía de vez en cuando.


Ella resopló. Él la miró con cara de malas pulgas. Su carácter fogoso y poco paciente, la hizo explotar al segundo en el que él le dirigió su mejor cara de disgusto.

-No entiendo por qué diablos tengo que estar aquí. ¿Tanto necesitáis chupar del bote? Se supone que estáis para ayudar a la ciudadanía y no hacéis más que joder al prójimo. Mañana tengo que ir a trabajar para pagaros el puto puesto. No sois más que funcionarios garrapatas - y así, de corrida, logró soltar un largo etcétera de difamaciones, insultos y estribillos que solía soltar el ciudadano común cuando le tocaba lidiar con las imposiciones de las fuerzas de seguridad.

Cuando terminó, él la amenazó con un tono ofensivamente monocorde, que como continuase, le iba a sumar una multa por insultos y vejaciones. A lo que ella le respondió con una carcajada de burla y cuando iba a continuar con su acalorado discurso sobre el mal funcionamiento de la policía nacional, el médico los interrumpió con el resultado. Negativo.

Fue entonces cuando la cara de estupor de él se transformó inmediatamente en enfado y contrariedad.

Salieron ambos hechos una furia del centro. Él la tenía que acompañar de vuelta a su vehículo.

-¿Y ahora quién me paga mi tiempo perdido, bastardos? -espetó ella. No era demasiado alta, tenía una figura esbelta y unos pechos generosos. Su cabellera rubia y lacia le daba un cierto aspecto de fragilidad. Sin embargo, su carácter de fuego demostraba justamente lo contrario, especialmente cuando sus pechos subían y bajaban acompasadamente detrás del exuberante escote. Ciertamente, si él era buen observador, notaría que ni siquiera llevaba sujetador y que el tanga que llevaba puesto se le revelaba discretamente tras la ceñida falda negra de lycra.

La respuesta de él fue sacar su libreto y empezar a escribir una multa.

-Tranquila, que no te vas con las manos vacías -sentenció. Su voz grave, contenida por el enfado, reverberó en el ambiente. Acto seguido, le plantó una multa por todos los insultos que había estado recibiendo.

Iban saliendo al aparcamiento; una zona medio arbolada y totalmente desierta a esas horas de la noche, intempestivas y solitarias. Justo antes de llegar al coche patrulla, ella se le abalanzó, hecha una furia y empezó a propinarle arañazos y bandazos con manos, piernas y brazos y todo lo que podía su cuerpo menudo. Él la agarró fácilmente e intentó reducirla, sin embargo durante el forcejeo, se resbalaron y cayó encima de ella tras el coche.

El pecho, duro y bien formado de él, se encontró apretando los abultados senos de ella, que subían y bajaban estrepitosamente. Se miraron. En silencio. Fueron segundos. Lo suficiente para darse cuenta de que la situación de ira y cólera se había truncado en algo completamente distinto. El fuego de la discusión les había avivado su sangre y sus instintos más primitivos. Él la apretó todavía más debajo de su cuerpo, infligiendo fuerza que ella notó dolorosamente en su espalda.

-Déjame salir… -logró articular, sin embargo, su voz se de pronto se apagó cuando los labios de él cayeron, hambrientos, sobre los suyos y los empezaron a devorar con ansias mientras ella intentaba deshacerse del lujurioso abrazo del que había caído presa. Ya no había vuelta atrás. Su cuerpo menudo nada tenía que hacer bajo el colosal cuerpo de él.

-No… -repetía, mientras la boca de él se empeñaba en tomar más. Entonces notó el tremendo bulto encima de ella; una dureza imponente que la mojó al completo. Y supo que su batalla estaba perdida, así que decidió dejar de luchar y unirse a su enemigo.

Él le bajó el escote y soltó sus labios para afianzarse en sus pezones, ya erectos. Ella gimió, casi sin querer, aún queriendo mantener algún resquicio de su orgullo. Al cabo, él liberó un brazo, que surcó directamente a sus bragas. Le alzó la falda, apartó el tanga e introdujo sus dedos en la humedad de su coño. Ella volvió a gemir todavía más fuerte. Él los sacó y los chupó ávidamente. Ya con movimiento en sus brazos, lo atrajo hacia ella para volver a catar sus esponjosos labios, mientras él se empezó a despojar del cinturón que sujetaba sus instrumentos de trabajo, y ella le ayudaba desabrochando el botón del pantalón y bajando la cremallera.

Desesperada por sentirlo, agarró su polla. Estaba dura y palpitante. Empezó a masajearla, hasta que él se movió encima de ella y la situó encima de su boca, obligándola a que se la chupara. Ella consintió, y se la lamió con apremio y devoción. Al mismo tiempo, sentía dentro de ella un empapamiento que ya había traspasado sus bragas.

Él la hizo parar antes de correrse. Bajó a su coño y decidió compensarla por su grandiosa mamada. Le arrancó el tanguita y levantó sus piernas de manera que su lengua se introdujo sin problemas en su vagina. La lamió de arriba abajo, centrándose en el clítoris. Ella se estremeció un par de veces hasta casi llegar al orgasmo. Sin embargo él paró a tiempo. La besó y mordió sus labios, sintiendo ella el sabor de sus propios jugos. Sus manos grandes, apretaron sus caderas, situándolas de manera, que su polla entró en su coño ardiente sin impedimento alguno. Una firme estocada. Paró para sentirla dentro. Luego otra. Hasta que el ritmo se fue incrementando y el polvo se transformó en una serie desaforada y salvaje de penetraciones.

Él terminó corriéndose encima de ella, sobre sus pechos, al tiempo que ella se masturbaba para llegar a su propio orgasmo. Se corrió incontrolablemente; un perfecto squirt digno de estrella del porno.


Antes de irse, él rompió la multa y ella permaneció callada durante todo el trayecto, hasta que llegó coche y desapareció en la lejanía de la carretera, dejando atrás las luces azuladas de los coches patrulla.




Comments
4:08 pm Friday, 27th September, 2019

Muy bueeeenoooo

4:06 pm Friday, 1st May, 2020

Buena y bonita historia. Besos 😘😘

Blog Introduction

Administradora del Sitio - No contactar


Get full access to all site features
Register Now