La dominación mental de una sumisa

Mucho se ha escrito pero nadie sabe definirlo pues, quizá, es la manera más sutil de dominación. Me refiero a la dominación mental que, en sí misma, no se ha contemplado como una disciplina a lo largo de la historia del BDSM pues se entiende que, si un o una sumis@ acepta ese rol, también acepta la sumisión sin ningún reparo ni “limitación” mental, más allá que ciertas prácticas del BDSM no le gusten y lo diga con antelación para no ser practicadas con él o élla. Así y todo, un cierto grado de sugestión si existe en el BDSM y viene de la mano del magnetismo que puede desprender la actitud y aptitud del Dominante. Si el Dominante se sabe expresar bien, si presenta un aspecto aseado y buenas maneras ya tiene argumentos para gustar a sumisas indecisas, otra cosa será la práctica que tenga en BDSM pero, para empezar, ya ha conseguido lo más difícil, llamar la atención. Ni que decir tiene que, “la dominación mental” irá acompañada de más factores que contribuyan a la misma como una voz radiofónica, saber escoger el perfume y un vestuario acorde a la moda del momento. Todo este conjunto crea “un aura” necesaria para todas aquellas sumisas que buscan más el aspecto exterior para acceder a un Dominante, en oposición a otras (las más) sumisas que buscan el buen saber hacer del Dominante en las prácticas BDSM. Un buen Dominante “psicólogo” sabe valorar las buenas acciones de la sumisa y castigar las malas pero ojo, es aquí dónde está una de las claves, en el castigo. Muchas sumisas no aceptan de buen grado ser azotada porque si. Tampoco ser “colgadas” como una butifarra y dejadas allí un buen rato para deleite del Amo y/o la concurrencia. Es en estos casos que, el Dominante, debe saber tratar a este tipo de sumisas que, sin ser una Brat, plantean ciertas dificultades.Para que la dominación “mental” tenga los resultados esperados debemos observar atentamente a nuestra sumisa y obrar en consecuencia. Aceptarla como un reto y, en consecuencia, los castigos no serán con látigo, fusta o cuerda, serán… “castigos más originales”, nunca vistos u oídos por la sumisa y tampoco por la inmensa mayoría de “amos” que basan sus conocimientos en castigos corporales que, con el tiempo, más que “dolor” aburren a la sumisa y acaban por finiquitar su relación. Los castigos psicológicos, si se saben ejecutar bien, son más duros que los físicos y estrechan más el vínculo con la sumisa.

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