Rompiendo el cascarón del mirlo blanco

Supongo que de una forma u otra todos nos enfrentamos a cambios en nuestra vida a los que de primeras no tenemos claro cómo abordar, bien por miedo, desconocimiento u otro sinfín de razones.
El BDSM puede ser uno de esos cambios al que ya sea por prejuicios, morbo o vergüenza nos cueste adentrarnos, así que iré usando este blog para contar mis aún pequeñas experiencias en este mundo por si pudiera servirle a alguien.


Siendo una persona muy sexual siempre he tenido relaciones "bastante vainillas" (si es que se puede categorizar el nivel de vainillismo) y últimamente el cuerpo me pide más. Así que empecé a buscar información sobre BDSM, leer diferentes libros y así es como acabé en esta web.


Mi primera gran pregunta es que sintiéndome dominante (esto habrá que demostrarlo) lo que de verdad de gusta es dar placer a la otra persona. Su placer es lo que me da placer, y en cierto modo eso me suponía una gran contradicción, desde mi desconocimiento.


Tuve la suerte de hablar estas preocupaciones con una Domina que siempre tuvo a bien contestar mis preguntas amablemente y hablar abiertamente de ello.


Otra preocupación que tenía es que quiero ser consciente de todo lo que haré a otra persona, sentirlo yo antes en busca de esas sensaciones que algún día transmitiré.
Y así es como tras varias conversaciones mi Domina (permitidme usar la expresión así), me ofreció una clase teórico-práctica. No una sesión Dom/sum simplemente sino un entorno en el que aprender y derribar muros interiores.
Elegí juegos con cera caliente y spank para empezar.
Me gustan las sensaciones térmicas en la piel, jugar con hielos es muy sencillo pero la cera me daba un poco más de respeto.
Esa mezcla de nerviosismo y excitación de las primeras veces se apodera de ti y estaba deseando probarlo todo.
Antes de empezar me enseñó todo tipo de artefactos y juguetes que yo miraba con curiosidad. Como os dije me gusta probar lo que después usaré en otra persona, así que me probé unas esposas, ataduras de tela y velcro, incluso un collar por saber si llevarlo puesto un rato largo podía llegar a molestar. (Yo que sé, dudas de principiante).
Tumbado sobre la cama, de espaldas, empezamos.
Recuerdo las primeras gotas de cera caliente cayendo por la parte superior de mi espalda, como pequeños picotazos. El aumento de temperatura en mi cuerpo, la piel sensibilizándose... Otra gota. Y un chorreo a continuación.
Las gotas van cayendo cada vez más abajo en mi espalda. Ahí las sensaciones se intensifican. Probamos dejando caer la cera desde más altura y prácticamente tocando la piel. Empieza a ser relajante.
Probamos nuevas velas, diferentes tipos y colores. Por alguna razón las verdes parecen más frías que las rojas, o puede que mi piel ya no sea un sensor fiable.☺️ Descansamos.
Ahora toca el pecho. En mi caso lo aguanto mejor, incluso sobre la zona de los pezones. Todo el rato intercambiando opiniones y describiendo lo que sentía con mi Domina. Estaba totalmente relajado.
La peor parte fue quitar la cera con el cuchillo en las zonas donde había pelo.😬




Una ducha para quitar los restos de cera, que te enjabonen y mimen siempre ayuda a mantener esa relajación para el siguiente capítulo: el spank.
Nuevamente tumbado boca abajo, es hora de probar.
¡Zas! Con la mano y un masaje circular a continuación.¡Zas! Otro.
Los azotes se van alternando entre ambas nalgas con diferentes intensidades, siempre seguidos de un leve masaje. La zona va enrojeciendo y con ello aumentan las sensaciones.
Nuevamente probamos diferentes objetos, de forma controlada. Una fusta, gato, flogger, ¿Pala de cuero?...
Nunca antes me habían dado tantos azotes y si bien no lo disfruté tampoco me desagradó. Muchas veces el sonido superaba al dolor, pero la sensación de tener los nervios totalmente receptivos sí me pareció agradable...
Estuvimos jugando un poco con una serie de pinzas en diferentes partes de mi cuerpo, aunque después de haberme masajeado el cuerpo entero con crema, algunas resbalaban más de la cuenta, así que no las sufrí demasiado.
Y llegó la parte práctica. Ahora me tocaba a mi dejar de ser spankee y convertirme en spanker con todos esos objetos que aún me intimidaban un poco.
Aquí sí empecé a disfrutar porque mis "esfuerzos" veían cierta recompensa al ver que ella disfrutaba (o eso me hacía creer😆)
Qué dificil mantener el nivel de rojez adecuado, acertar en el justo lugar que querías golpear sobre todo con los objetos más flexibles.
Y aquí es donde descubrí mi objeto favorito del día, la rueda de Wartenberg.
Sobre la piel enrojecida y totalmente receptiva, deslizar la rueda suavemente producía un cosquilleo que hacía estremecer toda la piel.


Y así fue como di mi primer pasito por aquí y con ganas de seguir escribiendo mis experiencias.


Sólo me queda dar las gracias por haber encontrado una persona que me lo puso todo muy fácil para comenzar a andar, por haberme regalado mi primer triskel y por haberme bautizado como Mirlo Blanco. 😘

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