Esta es la primera vez que entro a este sitio, la primera vez que escribo en este blog y quiero contarles sobre la primera vez que lo hice con mi mujer. No sería nada del otro mundo si no fuera porque ya estaba bien viejito, tenía 21 años y porque ella ha sido la única mujer que he penetrado en toda mi vida, desde aquella primera vez.
Fue un primero de noviembre. Fui a verla a su casa como era mi costumbre en los feriados. Llevábamos pocos meses pololeando, pero nos conocíamos hacía mucho tiempo. Mi sorpresa fue darme cuenta que estaba sola, sus padres habían salido al cementerio.
Como era costumbre, nos fuimos a su pieza me recosté en su cama y ella a mi lado. Abrazados nos besamos y conversamos de cualquier cosa. Nos besamos tiernamente por un rato, nos acariciamos, pero noté algo diferente en su mirada. Me miraba con ojos de deseo. No había visto nunca antes una mirada así. sus besos y caricias fueron poniéndose cada vez más apasionados y profundos. Mis manos recorrían todo su cuerpo y comenzaban a quitar la ropa que se interponía entre su piel y mis manos.
No me di cuenta cómo quedamos completamente desnudos, me detuve a contemplarla con atención, era perfecta, aún hoy recuerdo con total claridad cada detalle de su precioso cuerpo, su pelo largo y negro, sus pechos pequeños y muy turgentes y sus pezones juveniles apuntando al techo.
Mi pene estaba como piedra y ella lo tocaba al pasar con sus manos por mis piernas.Entonces me volvió a mirar con esa mirada cómplice que traía y se sentó en mi abdomen, se inclinó hacia mi me besó tiernamente y sentí su sexo húmedo y caliente sobre mi pene. Ella no era virgen como yo y con mucha habilidad y sin darme tiempo a reaccionar se sentó sobre mi pene y se lo tragó como si nada. Nunca había sentido ese calor, esa suavidad, esa humedad que muchas veces había soñado cuando me masturbaba.
Estaba extasiado de sensaciones cuando ella comienza con el movimiento pélvico suave pero firme que me hizo estar a punto de eyacular en segundos (literalmete). En ese momento reaccioné y le dije que debíamos tener cuidado, que no me iba a poder controlar y que la podría dejar embarazada.
Con una mirada tierna y cómplice me besó y me dijo: trae condones para la próxima.
Estás en el borde de una piscina con los ojos vendados. No sabes si la piscina tiene agua o no, pero imaginas lo delicioso que será disfrutar de esas aguas cristalinas y cómo inundan todo tu cuerpo. ¡Quiero ver ese piquero!
