Asalto entre gotas de agua

Estaba en la ducha recordando el polvazo que acababa de tener, de esos que recordarás como algo memorable. El tenía experiencia en bdsm y yo me dejaba llevar, aprendiendo y descubriendo placeres que hasta ahora no conocía en mí. Quizás había sido una locura, pero el simple hecho de pensarlo me excitaba y erizaba mi piel. Estaba absorta en mi recuerdo, apagué la ducha y al abrir la mampara la toalla no estaba donde la había dejado, levanté la vista y allí estaba él, desnudo y con la toalla en la mano, mirándome de arriba a abajo, sin pasar por alto ningún detalle, en silencio. Yo estaba empapada, las gotas de agua corrían desde mi cabeza a mis pies, marcando todo mi cuerpo. Mis pezones estaban duros, mojados, grandes. Sabía que el juego Empezaba, no sabía dónde me llevaría, pero sí que seguiría por el camino que me llevase él.
- Abre las piernas, voy a secarte.
No dudé, me dejé llevar. Se acercó hacia a mí y lamió una de las gotas que corría por mi pecho, acto seguido se arrodilló ante mí y colocó la toalla por la cara interior de mis piernas, fue subiendo poco, yo estaba cada vez más excitaba, había sucumbido a él, deseaba que me follara locamente. Me dio un lametazo por debajo del ombligo, estremecí y cuando aún no me había recompuesto, sentí que había llegado a mi coño y estaba frotándolo, con movimientos suaves, estaba muy excitaba, pero él me frenó, subió la toalla por mi ombligo hacia mis pechos, los apretaba, sentía su fuerza y me gustaba, me absorbió el pezón, sabía como hacerlo, sabía lo que estaba haciendo, estaba totalmente rendida a él. Agarró mi pelo con cierta fuerza echando mi cabeza hacia atrás, escurriéndolo y mojando de nuevo mi cuerpo, se acercó y me susurró: - no pensarías que te iba a dejar correrte ya, antes he de darte duro, quiero que me supliques.
Acto seguido me volteó y me puso contra el lavabo, una de sus manos seguía cogiendo mi pelo y con la otra abrió mis piernas, me inclinó y se puso a rozarme, estaba duro, excitado, caliente y me penetró, fuerte una y otra vez, me dió unos azoteas y agarrô mi culo con sus dos manos fuertes, apretá dolo y me penetraba fuerte, rápido, estaba duro, lo notaba cada vez que me penetraba, yo no podía dejar de jadear cada vez que lo hacía, estaba a punto de irme cuando paró y me susurró al oído: - suplícame.
-por favor, por favor, déjame correrme, por favor.
Me agarró y me sentó en el lavabo, sin mediar palabra abrió mis piernas y acercó su boca, me lamía, jugaba con mi clitoris, lo absorbía. Me agarraba fuerte de las caderas y me acercaba a su boca. Estaba empapada, frenaba y aceleraba el ritmo, era puro placer y me corrí, sentía como bebía de mí, tenía el clitoris hinchado y ahí seguía, lamiendose en mi corrida. Se separó y se puso delante de mí, estaba erecto, dura, gorda, exquisita, no lo dudé y me la llevé a la boca, empecé jugando con la lengua y contorneado toda su polla, notaba como bombeaba, me encantaba notar su excitación y sin que se lo esperara me la metí toda en la boca y chupé, chupé con gran deseo una y otra vez, estaba muy excitado. Agarró mi pelo y marcó él el ritmo, quería correrse y yo quería complacerle, me la metí toda en la boca mientras me empujaba la cabeza cuando de repente estalló, mi boca se llenó mientras yo seguía comiendo, quería que tuviese una corrida memorable.
Era nuestro primer encuentro, estaba segura que no sería el último, yo tenía mucho que aprender y él mucho que enseñar, la dominación había comenzado. 

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