Juicios prejuicios indicios de muerta inocencia, leal curiosidad su guardiana eterna, seda cruel sobre la camisa atábame al mundo, mas sobre la piel revivió esa inocencia que deja fluir al espíritu, la mire como siempre desnuda, abierta, dispuesta a la rutina, y curiosamente haló de mi corbata de seda, oh sorpresa!! ya no era un preso del traje era un de su desnudez, pero no podía permitirme ser , y fui por más cadenas de seda y ate sus extremidades a mis deseos, cada nudo apretado manaba un humedo gemido de sus totales labios, caricias de seda y azotes de piel, sudores testigos del temor al placer, del dolor atónito al llevarnos a la gloria, eramos dos inocentes niños jugando a ser malvados, a ser salvajes a ser libres, sin prejuicios ni pecado, cada mordida y cada suspiro, cada tremor al atacar su vulnerable cuerpo, liberaba a los demonios y a los ángeles, mientras los corazones danzaban al ritmo de la confianza después de cada azote, de cada gota de cera derretida sobre su espalda. Surgía el miedo a ser libres de amar sin condiciones después de cada beso, de amar como los niños cuando su juegos cargados de inocencia les llevan a descubrir... a descubrirse.
Simple es la vida las ataduras atan o liberan, ella voló a conocerse yo me quede a amarme libre.
