Estaba metiendo las llaves, cuando se acercó por detrás y me susurró: no te vas a escapar. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, entramos y al cerrar la puerta entrelazó sus dedos por mi pelo acercándome , estaba de espaldas frente a él , sentía su respiración por mi cuello, estaba duro. Subió mi vestido lentamente por mis piernas, mi cintura, mis pecho, lo sacó. Yo no llevaba ropa interior, sé que provocaba en él sus instintos más primitivos y eso me volvía irremediablemente loca. Llevó una de sus manos a mi cintura y la otra a mi hombro, con fuerza me dobló sobre la mesa, postrada de espaldas ante él , eróticamente ante él . Sus manos acariciaron mi espalda, estaba duro y yo ardía, necesitaba de él , pero sabía que no me lo iba a poner tan fácil. Era una marioneta a su antojo, con una mano me agarró un pecho, firme, me lamía y mordisqueaba el otro, mientras llevaba la otra entre mis piernas, estaba húmeda, excitada, solo quería que no parará, me miraba como el que mira con orgullo a su tesoro, me sentía deseada. Se separó de mí y me miró, intenté tocarme y con voz firme me dijo: No, solo cuando yo te diga. Le veía desnudo delante de mí, tan apetecible, y yo tan dolorosamente caliente y le suplique: fóllame por favor, fóllame. Me miró y dibujó una sonrisa de medio lado, estaba excitado, lo sé, bombeaba, no podía dejar de desear. Me miró y solo me dijo:tú lo has querido. Se acercó a mí y con fuerza me puso a cuatro patas, me agarró por la cintura y me penetró con fuerza una y otra vez, era una bestia y yo su presa, el ritmo era intenso, yo no dejaba de jadear, sus gotas de sudor resbalaba de su cuerpo al mío, su miembro estaba duro, grande, rozaba cualquier rincón de mí. No dejaba de penetrarme, el ritmo subió, sus manos se agarraron más fuertes a mis caderas y sí, nos empapa os el uno en otro de placer.