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JUNTOS CON MI AMANTE Y SU AMIGA MOROCHA

4:56 pm Thursday, 19th November, 2020

Lo que voy a narrar sucedió tiempo atrás:

Un día, cerca del mediodía, iba por la calle trabajando en mi auto cuando me encontré con un grupo de chicas. Ellas realizaban una promo para una empresa de cable, puerta por puerta. Frené mi vehículo para observar al grupo, dentro del cual distinguí a una chica rubia con cuerpo muy bien trabajado. Ella volteó a ver mi auto y, sin querer, cruzamos miradas. Su gesto me alentó. Di una vuelta a la manzana y al pasar de nuevo por donde ellas se encontraban, la rubia volvió a fijar sus ojos en mí, pero ya con una sonrisa incluida.

Me estacioné, bajé del auto y conversamos un poco. Como los dos estábamos trabajando, nos dimos nuestros respectivos celulares y nos despedimos. Todo comenzó con breves mensajes de texto. Ella me decía por cuál zona andaba y yo pasaba a verla. De los mensajes pasamos a frecuentarnos un poco más seguido. Y de las miradas y sonrisas iniciales pasamos a encuentros cada vez más intensos y fogosos. No podíamos frenar. La pasión se desbordó entre nosotros. En ocasiones nos veíamos más de una vez por día. Estábamos totalmente encendidos.

Ella era unos años menor que yo, pero ese dato no nos importó. Para entonces lo hacíamos en cualquier parte de mi casa, en el auto, hasta llegamos a hacerlo en la puerta de su apartamento, en un zaguán a la vista de los vecinos y de la gente que pasaba por ahí, caminando o en sus autos. Ambos éramos muy viciosos. Nos descontrolábamos totalmente. Al paso delas semanas seguíamos encendidos al grado de que comenzamos a tener sexo en lugares prohibidos o concurridos.

Una tarde de sábado me mandó un mensaje. Estaba en su trabajo, en una sala de juntas donde se reunían los promotores y vendedores. Me pidió que fuera a recogerla. Cuando llegué aún estaba ocupada. Todavía andaban por ahí el gerente y algunos compañeros. Me presentó a una de sus colegas, una morocha con muy buen físico y una boca muy sensual, rasgo que me enciende fácilmente. Me pidió que la esperara en otra oficina mientras terminaba. Unos minutos después sus compañeros se fueron despidiendo. El lugar quedó en silencio. Entonces ella se asomó por la puerta, me dijo que estaba por concluir y me pidió que la acompañara a la sala donde antes estuvieron reunidos, ahora vacía. Al vernos en esa situación nos miramos, nos reímos y nuestras mentes, siempre sincronizadas, nos alentaron a lo inevitable. Comenzamos a besarnos, primero lentamente, luego con gran pasión. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, las caricias subieron de tono. Nos olvidamos de dónde estábamos. Nos comíamos las bocas como si fuéramos niños hambrientos. Ya no nos preocupamos por si podía venir alguien o por si quedaba algún rezagado en las oficinas. Nuestro mundo se concentró en nuestros cuerpos calientes, en nuestras bocas deseosas de probar más. Explotábamos de calentura y ganas de comernos por completo.

Empezamos a sacarnos la ropa sin importarnos nada más. Le desabroché su blusa y con urgencia le besé y succioné sus senos. Le saqué el pantalón y el hilo dental que traía, y la acosté en la mesa de la sala de reuniones. Con mi lengua recorrí todo su cuerpo hasta llegará su sexo ardiente y jugoso. Jugueteé con mi lengua alrededor de su clítoris, mientras mis dedos se hundían en ella de manera acompasada, primero, y luego con más velocidad, hasta que con un grito de placer, que se escuchó en todo su lugar de trabajo, se vino por completo en mi boca alimentando mi deseo febril. Era todo un espectáculo verla completamente desnuda sobre esa enorme mesa. Toda para mí. Se incorporó, se abalanzó sobre mí con sus ojos ardientes de deseo y me sacó la remera.

Me besaba el torso y mordía mis tetillas provocando una sensación de urgencia en mi miembro, que ya para entonces parecía desbordar mi pantalón. Calentura a mil… Entendió el mensaje y me ayudó a quitarme el pantalón. Por sobre el bóxer comenzó a jugar con mi pene y a lamerlo. Por fin bajó mi calzón y con su boca lamía y besaba mi sexo que ya estaba completamente turgente. Me enferma en el mejor sentido de la palabra– porque es la mejor haciendo sexo oral. Le puedo permitir que se quede horas haciéndolo. Cuando yo estaba a punto de explotar, ella se sentó en el borde de la mesa para que pudiera penetrarla. Nuestros cuerpos, sincronizados, se movían en un vaivén que cada vez era más frenético. Con esa misma sincronía, entre estertores de placer ambos nos vinimos a la vez. Cómo alcanza el cielo. Sin embargo, aún dentro de ella, nos dimos cuenta de que había alguien observándonos. Por “suerte” era su amiga, la morocha de labios sensuales, quien se había quedado escondida y observó completo nuestro erótico show. Ellas se empezaron a reír y yo quedé sin saber qué hacer, un tanto desconcertado. La amiga entró a la sala y, sin aviso previo, comenzó a besar a mi amante, quien respondió con ímpetu.

No obstante que yo acababa de vaciarme, podrán imaginarse que mis instintos volvieron a calentarse de inmediato ante la vista de aquellas dos generosas hembras ocupadas en darse mutuo placer. Rápidamente mi cabeza quería explotar y mi sexo respondió de igual manera. Aun así las dejé solas unos minutos, observándolas cómo de los besos pasaron a tocarse y besarse los pechos. Ya no pude más. Me acerqué y empecé a besarlas a ambas, subiendo y bajando mis manos por aquellos cuerpos henchidos de placer. Entre mi amante y yo le sacamos toda la ropa a su amiga. Luego ambas se acostaron sobre la mesa con las piernas abiertas, sus clítoris apuntando hacia mí. Mientras yo me comía sus ardientes sexos y con mis dos manos las penetraba, ellas se besaban y se tocaban, hasta que sus cuerpos se pusieron rígidos de placer y entre explosiones y gemidos me llenaron toda la cara con sus jugos exquisitos.

Luego me senté en una silla con su amiga sobre mí, iniciando un sensual sube y baja, con ella engullendo por completo mi miembro, mientras que a la vez besaba y comía el sexo de mi amada parada sobre la mesa hasta que la llevó a tener otro orgasmo. Siguió el turno de penetrar a mi chica, ambos parados y apoyados en la gran mesa que tanto nos ayudó esa tarde. Ahora fue su amiga la que, subida sobre la mesa, le ofreció su sexo para que con su lengua la llevara a su vez a un sonoro orgasmo. Labios sensuales terminó echada sobre la estructura de madera, temblando de placer, mientras mi chica me pedía a gritos que la llevara al cielo, que la tomara más fuerte y acabara con ella. Apoyada con sus manos sobre la mesa y conmigo por detrás, iniciamos un frenético viaje que llenó de jadeos y gemidos de placer aquella estancia que hasta ahora sólo había conocido reuniones de trabajo.

Nuestra agonía de placer culminó con un fuerte grito de ella y un estertor de éxtasis de mi parte. Agotados y sudados, los tres nos echamos un rato sobre la bendita mesa. Unos minutos después nos vestimos lentamente, mientras nuestras miradas nos decían que, no obstante lo vivido, queríamos más. Así éramos. Así somos. Apagamos la luz de la sala, salimos del negocio y partimos hacia la casa de la morocha labios sensuales.

Lo que sucedió ahí es parte de otro capítulo…



Comments
1:24 pm Wednesday, 9th December, 2020


Está muy bueno el escrito, me gusta mucho. Siga escribiendonos.

3:57 pm Monday, 14th December, 2020

Muy buenas familia

12:01 am Thursday, 14th January, 2021

Escribes muy bien. Echa un ojo a mi blog y dime si te gusta. 

11:24 am Monday, 5th July, 2021

Me encantó lo que escribiste . Mi mente bolo 

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Hola, me encantaría poder disfrutarnos con chicas y tambien con alguna pareja.


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