Experiencias de una sumisa bratt y de un Dominate estricto

1:00 am
Teniendo indicada la ubicación donde se me era requerida llamo un taxi
mientras mi dominante dice que hay que incendiar el trayecto hacia él, por lo que pidió que encendiera el vibrador, ya que él podía manejarlo remotamente, me dijo que hiciéramos una llamada para que pudiese ordernarme.
Él empezó subiéndole lo más alto que tenga y no puedes cambiar tu respiración, puesto que era algo que yo quería hacer lo hice entonces él dijo: —Vamos es muy aburrido ¿no crees? Ahora quiero que cada vez que te sientas muy excitada lo apagaré para que me ruegues por encenderlo.
Él conoce mi respiración así que supo momentáneamente que lo estaba disfrutando.
—Lo apago y no puedes tocarte, es una orden.

Él suspiró y dijo entonces: —¿Lo quieres o no?
Respondí: —Sí señor!
—No creo que lo quieras lo suficiente.
—Señor. por favor enciéndelo de nuevo.
—No lo quieres lo suficiente.
—Lo deseo tanto señor, por favor enciéndelo, amo por favor pido permiso para disfrutarlo...
—Quiero que esperes, tendrás que hablar con aquel taxista cualquier cosa.

Empecé a hablarle y se encendió el vibrador pude notar la incomodidad del taxista cuando me escuchó gemir y me apena demasiado que me quede callada y escuche.
—Así no es como se debe hacer, acaso no quiere que lo encienda señor me siento muy apenada.
—Tengo muy entendido que te gustaría hacerlo en público, pero te da pena hacerlo en frente de ese hombre.
—Señor enciéndalo por favor, solo un poco más.
—Lo encenderé solo habla con el taxista.
Seguí hablando con el taxista hasta que vi que no se encendía.

—Señor estoy hablando con el taxista.
—Dije que lo encendería, pero me aburrí no tienes algo mejor que dar además estamos cerca de que llegues. Si quieres algo interesante quiero que le digas a ese taxista como te estás sintiendo al tener ese vibrador entre tus piernas. eso sí es una conversación interesante.

—Mi señor, está bien.
—Don diego me siento tan cachonda que no quiero que pare, uhg... Dios quiero que vaya más rápido por que estoy que me corro, me gustaría que fuera mi señor.
—Dana, dilo más fuerte.
No quise seguir con el juego así que le desafíe —señor si usted quiere escuchar más ¿que gano yo?
—Dana así que no te gusta el vibrador, entonces ya no lo encenderé. Entonces ¿por qué me desafías?
—Señor es claro que usted también lo disfruta, pervertido, así que si quiere oír más señor ¿que gano yo?
—Dana ya estás llegando.
Le pedí al taxista que esperara y que le pagaría más, entre a una tienda 24/7 y compré unas papas me senté cerca al mostrador e hice que mi señor escuchase que me había bajado y que me estaba tardando, para él la puntualidad es estricta así que solo escuchaba su respiración y unos pequeños azotasos contra algo ya sabía cuál era mi castigo.
—Dana espero que lo que estés comiendo te dé fuerzas para lo que te toca.
Me dio curiosidad así que me subí al taxi y llegué, abrí la puerta.

—De rodillas Dana. ¿Estás satisfecha con tu berrinche? ¿Que haremos Dana?, ¿dime cuáles fueron tus fallas Dana?
Me quedé en silencio por 10 minutos
- ¿No quieres disculparte con tu señor Dana?
Me quedé en silencio y él me puso mi correa y dijo —sé buena y ven.
Me puso en cuatro y me dijo —hasta que no te disculpes debidamente con tu señor te azotaré hasta que no pidas disculpas.
Empezó y no decía absolutamente nada por qué debía disculparme fue cada vez más fuerte hasta que dije:
—Lo siento mi señor —y luego me reí un poco.
Lo saqué de sus estribos y me dijo —tú lo pediste Dana.
Se sentó y me dijo —¡ven Dana!
Me ató las manos en la espalda y dijo —¡Te moverás tú! —Yo me senté y me penetré con su miembro, me empecé a mover cuando estaba que llegaba me levanto y me dijo —No mereces correrte Dana.
Empecé a decirle— lo siento señor —y me dijo —ya es tarde para tu disculpa, este es tu castigo. Te gusta que tu señor se enfade pero mírate rogándole. ¿Dana que quieres de mi?
—Señor quiero que me penetre tan fuerte que no pueda hablar siquiera.

Esperó por 10 minutos y me dijo —siéntate Dana —y me senté nuevamente en su miembro, no podía parar.
-Dana tú no mereces venirte recuerdas.
Me sentía tan caliente que quería tocarme, pero había atado mis manos en la espalda.
—¿Dana cuanto lo deseas? ¿Te arrepientes de desobedecerme?
—Señor perdóneme, por favor ayúdeme a venirme. Señor y haré lo que usted quiera.
—Ven Dana no te daré mi pene, pero si haces cara muy lasciva te ayudaré con mis dedos, si no me gusta tu cara paro.
Me introdujo sus dedos y empecé a gemir ya estaba que me corría, pero paro.
—Dana esa cara no me gusta.
No sabía cómo debía hacer para que continuara así que empecé a hacer caras de excitación y en unas movía y otras paraba.
—Dana ¿no quieres que siga?
Él tocó mi punto G y no se que cara hice, pero empezó a moverse rápido hasta que me corrí.

Lo que pasó después se los contaré en mi próxima publicación.

Bye.

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