Estoy en un bar de Durango y es la medianoche de un viernes de mayo. Ha sido uno de mis varios trabajos quien me ha traído hasta este pueblo, y por eso he reservado una habitación en el hotel Olajauregi para pasar la noche. Digo “uno de mis trabajos” porque además del principal (profesor de Historia en un instituto de Vitoria) también tengo otros… Pero, claro, eso tu no lo sabes cuando decides acercarte a mi…
No lo puedo negar: estoy un poco de morros. La cosa es que me han cambiado los planes de un momento a otro. O, para ser más exactos, quienes deberían haberse quedado conmigo esta noche me han dejado solo. Solo a ochenta kilómetros de casa. Pensaba que se quedarían conmigo, que para eso era yo el invitado, pero después de cenar todos han desaparecido. No, no era eso lo que había previsto. Para eso suelo reservar habitación cada vez que mis otros trabajos me llevan fuera de casa, para que los “indígenas” me lleven a conocer el ambiente nocturno de la ciudad, los tugurios y la golfería local, para que me saquen “de paseo”. Si, Helena, quería tener la oportunidad de conocer “Durango La nuit”… Pero, claro, yo todavía no sé qué te llamas Helena.
Helena “con H”.
Y te acercas, sí. Poco a poco te vas acercando. A lo mejor porque me ves solo en el bar. O porque te has aburrido de tus amigos. O, quien sabe, a lo mejor porque los indígenas también tienen curiosidad hacia los forasteros que visitan la ciudad. Te acercas, y yo tan contento con tus movimientos. Si una chica quiere hablar conmigo, no seré yo quien le diga que no. No, no me preguntare la razón y disfrutare de su compañía. Y no me lo preguntaré, más que nada, porque nunca he entendido que puede ver de atractivo en mí una mujer. Físicamente hablando, quiero decir. Al fin y al cabo, soy un tipo de lo más normalito. No diría feo, pero estoy lejos de ser George Clooney. Gafas y barba. Metro sesenta y cuatro y unos cuantos kilos de más. De lo más normal. Uno de esos que reivindica a los cuatro vientos que ni el físico ni (en mi caso mucho menos) el tamaño importa lo más mínimo… Y si te acercas a mí, Helena, no es porque has visto un tipo de cañón… Será por otra cosa… pero claro… yo eso todavía no lo sé…
A lo mejor te parece interesante que un viejo como yo esté en un sitio como este. Pero ahí, si tengo algo que ofrecer… Acepto que puede resultar interesante. Al tener ya una edad, puede que tenga bastantes cosas que contar, aunque no soy un parlanchín. Tengo don de gentes, sé estar, y nunca me verás en broncas ni malos rollos. Y se me da bien escuchar, hay montones de personas interesantes dispersas por el mundo, y me agrada escucharles. Y puede que también tenga una mirada interesante. Eso es lo que me dice a menudo una amante mía, y yo siempre creo a las mujeres que se meten conmigo en la cama. O si preferís, tengo una forma de mirar… Pero, claro, de mi forma de mirar, Helena, tú no sabías nada hasta que hemos empezado a mirarnos…
La música está a todo volumen en el bar. Poca luz, calor y, a pesar de las prohibiciones, humo y nicotina.
Te ofrezco una cerveza y tú la aceptas. Tú me preguntas y yo respondo. A veces la verdad y otras veces cosas que voy inventando por el camino. Sin maldad, solo por el placer de inventar vidas ajenas. Le respondo que tenía una cita en Durango pero que me han dado plantón. Que estoy un poco enfadado. Me invento que soy un sumiller que por las noches engaña a su mujer (el vino) con amantes rubias (las cervezas).
Y tú, Helena, ríes… aunque yo todavía no sé si de mí o conmigo, si me crees o no me crees.
La siguiente cerveza la pides tú y cuando nos las sirve el camarero, brindamos por las amantes rubias y me dices que es una lastima que seas morena. Me cuentas que tu no eres sumiller y que nunca te ha gustado el vino. Que el vino es para viejos. Me dices tu edad. Te respondo que casi como la mía.
Tu poco más de 25 y yo poco más de 45… solo un dígito de diferencia.
La música sigue alta y ya te has dado cuenta: soy euskalduna de arriba a abajo y, en consecuencia, soy de esqueleto difícil. Es decir: no bailo y no muevo la cintura si no es en presencia de mi abogado y/o de la Guardia Civil. Pero eso no parece que te importe mucho. Sigo sentado en mi taburete alto, el codo en la barra, la mano en la sien. Y con la segunda cerveza confiesas que estás un poco flipada, que nunca le has prestado atención a ningún chico que tenga más de 30 años, y que yo soy un carcamal de casi 50.
“Carcamal”. Me lo dices a la cara y con una sonrisa en los labios.
“Carcamal”, Helena “con H”.
"Car-ca-mal”. Silaba a silaba, al oído, entre risas. Y que nunca pensaste que estarías a gusto en un bar con un viejo como yo…
Y entonces pasa lo peor que le puede pasar a un dinosaurio en un bar: que le pongan su canción favorita. Esa canción que lleva cantando toda la vida, que es mucho mejor que cualquier mierda de canción escrita hace menos de 20 años…
Y entonces el dinosaurio, que también está muy a gusto, no puede evitar susurrar al oído de su acompañante toda la letra de la canción que canto en euskera el grupo Hertzainak, allá por el pleistoceno
Hator ba, neskatxa gauza bat esan nahi dinat (Ven, chavala, que te quiero decir una cosa)
Ez natorren lanean ala ikasten habilenetan (No vengo con el rollo de si estudias o trabajas)
Erabat askatua sentitzen naun gau ilunetan (Me siento totalmente libre en las noches oscuras)
Une atsegina elkarrekin pasatzea nahi dinat soilik. (Y solamente quiero que pasemos un rato agradable juntos)
Ez, benetan ez nagoela mozkorrik. (No, de verdad que no estoy borracho)
Azkenaldian ez naun drogatzen ia. (Últimamente ya casi ni me drogo)
Agian "zeraren" apur bat beharko geniken (A lo mejor solo necesitaríamos un poco de… “eso”)
Ez pentsa gaizki (No pienses mal)
Gaizki pentsatzen, (Pensando mal)
Hasi naiz betiko lez pentsatzen (Como siempre, ya he empezado a pensar…)
Zuek beti zaudetela pensatzen (…que vosotras siempre estáis pensando…)
Geu beti ari garela gauza bera pentsatzen. (…que nosotros siempre estamos pensando lo mismo)
Si, estas flipada, cada vez más, y eso que no ha empezado la segunda estrofa de la canción…
Ez joan, ez niken nik inola ere kalterik egin nahi (No te vayas, no quisiera hacerte yo ningún daño)
Hator ba, une atsegin bat elkarrekin pasatzea nahi dinat soilik (Ven, que solo quiero que pasemos juntos un rato agradable)
Ez, benetan, ez nagoela mozkorrik, zergatik hago hain isilik? (No, de verdad que no estoy borracho, ¿porque estas tan callada?)
Agian "zeraren" apur bat beharko geniken… (A lo mejor solo necesitaríamos un poco de “eso”)
Ez pentsa gaizki (No pienses mal)
Gaizki pentsatzen, (Pensando mal)
Hasi naiz betiko lez pentsatzen (Como siempre, ya he empezado a pensar…)
Zuek beti zaudetela pensatzen (…que vosotras siempre estais pensando…)
Geu beti ari garela gauza bera pentsatzen. (…que nosotros siempre estamos pensando lo mismo)
Te susurro toda la canción al oído. Por una parte, porque la música está a tope, y por la otra porque tú sigues acercándote cada vez más. Tu mano está en mi muslo como por casualidad. Sigo sin saber qué es lo que te resulta atractivo de mí, pero me da igual. A lo mejor porque es la primera vez que alguien te susurra al oído una canción o lo mejor porque es la primera vez que alguien te susurra Hika (1) al oído… y eso te gusta...
(1) Nota del autor. Hika es un tratamiento o registro informal poco comun que se utiliza en euskara. En castellano corresponde a un tratamiento “entre colegas”. Está en contraposición con el tratamiento Zuka, el cual es el normativo y el que se utiliza normalmente. Toda la canción utiliza el tratamiento Hika.
Te gusta, “Helena con H”. Te gusta cómo te susurro Hika al oído…
Y cuando dejamos los oídos y cogemos un poco de distancia, te miro a los labios. Y tú miras los míos. Pienso en si has pensado que son lozanos. Igual sí. A mí por lo menos, los tuyos me parecen atrayentes, dignos de ser comidos y acariciados, como para perderse en ellos y me pregunto cómo besaran tus labios.
Te pregunto a ver si quieres otra ronda y tú que si… pero esta vez has pedido una cerveza sin alcohol. El camarero nos trae las cervezas y me das a mí la cerveza sin alcohol. La otra es para ti y yo lo acepto con deportividad.
"Chica lista” te digo al oído.
Joven sí, pero ya sabes que, a partir de cierta edad, el alcohol no nos hace nada bien a los hombres para hacer otras cosas…
Y pienso que los dos hemos empezado, no a pensar mal, si no a pensar bien…
Ha pensado muy bien….
Tan bien que tu mano ya no está por casualidad en mi muslo, la has puesto queriendo y la mueves por encima de mi pantalón, desde la rodilla hasta arriba y vuelta, y como tienes los dedos abiertos tu pulgar pasa muy cerca de mi polla endurecida cada vez que va hacia arriba...
Y como estamos pensando bien, mi mano está puesta sobre tu espalda, y como tengo los dedos abiertos, mi dedo meñique casi te acaricia el culo...Y como los dos estamos pensando bien, nos bebemos rápidamente las cervezas (tú con alcohol, yo 0,0) porque sabemos que los dos tenemos el mismo deseo en este momento, y te susurro al oído "vamos" y en seguida salimos hacia mi hotel...
Aunque vamos deprisa, nos perdemos una y otra vez en los portales de Durango, besos allí, besos aquí, nuestras lenguas se pierden en la boca del otro, besos calientes, besos húmedos, te humedezco el cuello con la lengua y tú me acaricias el entrepierna por encima del pantalón...
Estamos ardiendo Llegamos al hotel, nos desnudamos besándonos, camisetas, pantalones, bragas, calzoncillos, calcetines... todo fuera... Y desnudos, de pie, ante el espejo que tiene el dormitorio, me pongo detrás de ti, te quiero lamer el cuello pero por detrás, mis dos manos en tus pechos, tu espalda contra mi pecho, tu culo contra mi polla, apretando, y mi lengua en tu cuello... ves tu imagen en el espejo... tienes una amplia sonrisa en la cara y se te amplía más aún cuando te susurro muy lentamente….
- Helena “con H” … Nahi al dun hire alua miazkatzea plazerrez erotu arte? (- Helena “con H” … ¿quieres que te chupe el còño hasta que enloquezcas de placer?)
Tu respuesta es un largo “uffffffffff" y nos acostamos en la cama... Pero antes de que baje a los labios inferiores, nos acariciamos los superiores. Nuestras lenguas juegan, más tranquilas ahora que en la calle, besos sin prisa...
Bajo y me detengo en tus pechos. Mordisqueo suavemente los pezones, se te endurecen en mi boca, acarició el otro pezón con los dedos... disfrutando por turnos...
Sigo bajando. Atravieso tu vientre con la lengua, te humedezco con la punta de la lengua... solo un anuncio de lo que viene...
Bajo... bajo... bajo... las piernas abiertas de par en par, ofreciéndote. Te beso la entrepierna. Mis dedos entran entre tus labios. Quiero lamer tu clítoris y tu clítoris quiere mi lengua... uffff... Y cuando te chupo el clítoris a ti te acelera la respiración... uffff Juego con mi lengua en tu coño... a veces solo con la punta... a veces abierta entera, como si quisiera hacer con mi lengua un molde de tu clítoris…
Y mientras tanto... en tu vagina... entra un dedo... resbala hacia dentro de tan mojada que estas, una pequeña polla en tu vagina, y luego otro, dos dedos acariciando tu vagina empapada, dos penes pequeñitos para darte placer... enloqueces, la lengua enloqueciendo el clítoris, mis dedos acarician las paredes de tu vagina, se centran en tu punto g....
uffff...
Tu respiración es cada vez más rápida, estás muy excitada.
Tu vagina es ahora rio y yo quiero beber tu primer orgasmo.
Sí... el primero... Estallas y yo paro… pero no subo hacia arriba, no abandono tus labios y espero… necesitas un rato, un remanso. Y por eso te beso los muslos, el coño, suavemente, besos pequeños, para descansar los dos un poco... pero no me muevo, quiero seguir entre tus piernas porque sé que la excitación que tienes ahora no va a bajar del todo y hay que aprovechar la ola...
Así que me pongo a besar en tu entrepierna... pero cada vez son más frecuentes los besos... y ahora te he abierto con dos dedos los labios inferiores y me he puesto a acariciar el clítoris con mi dedo... suavemente, en redondo, y como antes, la respiración se te empieza a acelerar de nuevo... te masturbo con el dedo, de vez en cuando te humedezco con la lengua el clítoris, pero la mayor parte del dedo... Empiezas a volverte loca, pronto te correrás...
Y cuando veo que te llega es segundo orgasmo, junto mis labios en forma O, y te succiono el clítoris.
Tu placer entre mis labios y tu explotando.
Pones la mano encima de tu vulva para decir "basta", que ahora no puedes más, que quizá más tarde sí...
Me tumbo a tu lado... Necesitas tiempo para recuperar el aliento, y yo te doy ese espacio... Después tú empiezas a buscar mi pene... Yo estoy muy excitado y no te cuesta mucho... Lo buscas con la boca, vueltas con tu lengua alrededor del glande, lo agarras con la mano y me masturbas con la mano y la boca... uffff... No tardó ni un minuto en correrme. Te tumbas a mi lado y descansamos.
Me miras con una amplia sonrisa dibujada en los labios... y me dices:
- Ba bai, susmo txiki bat nuen. ( - Pues sí, tenía una pequeña sospecha…)
- ¿Susmo txiki bat? (- ¿una pequeña sospecha?)
- Bai... susmoa nuen idazleok idazten dituzuen sexu-pasarteak ezin zirela soilik egon zuen imajinazioan… (- Si... sospechaba que las escenas sexuales que escribís los escritores no podían estar sólo vuestra imaginación... )
Me besas, un beso húmedo en los labios y quedamos esperando mientras guardamos fuerzas para una segunda sesión...
Por un momento, tarareas la misma canción que te he susurrado al oído en el bar. "Hator, ba, neskatxa gauza bat esan nahi dinat ”
Y, seguidamente, me pregunto si, cuando te has acercado esta noche al bar, tú ya sabias quien era yo.
Si ya sabias que soy lo que acabas de decir que soy y que no tengo nada de sumiller ni entiendo nada de vinos
Pero claro… yo eso no lo puedo saber ahora.
Y, la verdad, me da igual…