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Descubriendo placeres por Madrid

2:28 am Friday, 23rd October, 2020

Una vez más y por motivos de trabajo me vehía una semana en Madrid. En la última tarde, paseaba por una calle cerca del paseo de Castellana cuando la vi, pelo castaño, estatura media de mujer, pechos bien colocados y sonrisa que dejaba ver a medias el reflejo de su interior.

Tras mirar a mi alrededor, solo se me vino a la cabeza preguntar por un baño público, pues sabiendo que no había, la única esperanza que me quedaba era que viciera cerca y que viendo que no era de la zona, me dejara usar el suyo. Ella contestó que lo hiciera en la reja de un escaparate cerrado, pues la calle no estaba bien iluminada, pero al responder que me daba apuro, ella cruzó los 5 metros de calle y en el portal de justo enfrente introdujo la llave, llamándome para que accediese con ella.

Una vez subimos a esa primera planta, le pregunté su nombre y Cristina me dijo llamarse, que pasara a su casa para acceder al aseo y yo, ni corto ni perezoso la agarré por los pechos desde atrás al paso por el salón, pero ella insistió en que primero pasara al baño.

Al salir del aseo, estaba sentada en el sofá del salón, relajada y a un lado, dejándome a mí el otro, algo que no rechazé.
Nada más sentarme, comemzamos a besarnos, bajando lentamente por su cuello tras sentarla frente a mí y sobre mis piernas, llegando a unos pechos ricos en calor, sabor y tamaño (no grandes, pero tampoco pequeños y bien erectos ya). Al instante, la noté como iba alzando su cuerpo para que bajara hasta su cintura y, al abrir el botón de su pantalón, descubrí aquello que sospecha tanto como deseaba, ya estaba empalmada.

Tras saborear ese rico pene erecto, ella se levantó y me cogió de la mano, guiándome hacia una habitación en la cual, me hizo tumbar en la cama y donde, sumiso, me dejé bajar los pantalones, subir las piernas y, tras lubricarme el ano, penetrar lentamente por tan hermosa dama.
Tal era su erección, que apenas me dejaba respirar con cada suabe pero profunda embestida pues, yo hasta ese momento era virgen, por lo que decidió darme la vuelta y ponerme a cuatro patas sobre la cama, y ahí si que tras una consecución de deliciosas embestidas, sacó su pene al tiempo de eyacular sobre mis nalgas un caliente y espeso semen que para mí, fue un regalo significativo del placer que había regalado a la que en ese momento se adueñó de mí y mi virginidad anal.
Segundos después, me encontraba en pie, frente a ella sentada en la cama, recibiendo una maravillosa felación que, como no era de esperar, acabó yo eyaculación sobre sus pechos, tras lo que fuimos a lavarnos al baño.
Al salir del aseo, ella estaba ahí, tumbada de lado en el sofá, vestida tan solo con un albornoz que de muy buenas ganas le habría quitado para volver a tener un rato de placentero y correspondido sexo, pero se me hacía tarde, pues ya iba ajustado a mi vuelta cuando la vi por primera vez.
Nunca olvidaré esa tarde de 12 de octubre de 2009, cuando una transexual supo darme un placer hasta entonces desconocido para mí, y que nadie ha sabido volver a darme de igual manera. OJALÁ LEAS ESTE BLOG...



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