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Disfruta y vive, el tiempo pasa.

6:39 am Sunday, 20th September, 2020

Después de 20 años sin sexo con un hombre, seguía rondando por mi mente el deseo de estar con otro como yo. Siempre he sido atractivo aunque no muy guapo. Es lo que me decían, yo solo traslado las opiniones de la gente.
Fue por allá por los 18 cuando deje de tocar otro pene diferente al mío. Recuerdo que disfrute mucho cuando joven, indicándome con el placer de tener ambos sexo y la verdad, siempre tuve novias y amantes fugaces con pene. Ahora con 38 años y más de un pajote pensando en aquellos momentos, me excitaba el tener otro encuentro de nuevo; tener otra piel diferente, otro sabor, otro olor y sobre todo, diferente a una mujer. Así, que, como osado siempre fui, me puse manos a la obra hasta conocer a mi nuevo amigo por las redes.

Raúl, que así es como se llamaba, no lo llegue a conocer hasta el día de nuestro encuentro. Habíamos quedado en una calle de Zaragoza; por una barriada conocida donde él tenía un lugar donde poder estar tranquilos y hablar con tranquilidad, eso es coña, claro. Yo estaba apoyado sobre un coche esperando que apareciera por la calle con pantalón vaquero y camisa blanca( fue lo acordado) al verlo supe que era él. Un tío atractivo hasta la médula, con sus gafas de sol y su barba....¿¿¿que??? ¿Tiene barba? Hostia!! de momento era todo una novedad!! ahora iba a saber lo que se nota cuando te besan con barba. Había pasado de lobo a corderito. Ahora entendería a todas esas mujeres que se quejaban de la barba y en este momento era yo, quién lo iba a probar.
Al entrar en la casa nos pusimos cómodos y como no me corto ni tres, le toque las piernas y le besé. ¡¡¡Dioos, mi carita fina y bien afeitada estaba siendo pulida!!! Yo que me había afeitado para no pinchar...zas...en too la boca.

Nos besamos apasionadamente hasta irnos entre abrazos y lametazos hasta la cama. Me gustaba el olor de su perfume y mientras más suspirábamos con cada caricia, con cada beso, más suave parecía su barba.
Se quito la camisa y su torso brillaba como un maniquí; estaba fibroso, o sea, muy bueno. Le fui lamiendo el cuello, sus pezones, su cintura hasta desabrocharle la cremallera y sacar su duro falo hacia mi boca para chuparsela. Ahí la volvía a tener después de tanto tiempo, entre mis labios y mi salvaje lengua. ¡De nuevo una polla en mi boca! Era más estrecha y pequeña que la mía, pero bonita y apetitosa como la que más. Me miro y me dijo que le tocaba a él. Me encanto ver y sentir como me la comía, como devoraba mi verga, lamia el glande y mis pelotas. Disfrute viendo como nos corríamos juntos, disfrute del sexo y de la experiencia del encuentro con aquel desconocido.
Ahora, aqui en casa confinado, no puedo dejar de recordar aquel primer encuentro.




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