Después de haber explotado de placer, yo no quería seguir sin un receso quería pensar quería ver cómo podía elevarla a tal placer que desearía que no acabase nunca.
Le dije que se vistiera, que íbamos a subir a la salita me miro con cara de, ya se acabó, subimos a la salita y le prepare un tentempié y algo de beber, hablamos un rato y comentamos cosas de la vida, en ningún momento salió algo de la sesión, solo cosas íntimas personales y de la vida, la verdad que fue ameno, le dije espera un poco voy a bajar a preparar tu próxima ropa, su cara se iluminó, sonrió y me dijo —¿tenemos más amo? —y le conteste —no creerás que te ibas a ir solo con eso —bajó su cara y sonrió…
Subí y le dije que bajáramos, al bajar le comente —encima de la cama tienes la ropa que quiero que te pongas, —ella fue hacia la habitación y al llegar a ella chilló con fuerza, yo me asuste creyendo que le había pasado algo corrí a ver y me pregunto —¿esto me pongo? —y le dije —si —gracias amo —me dijo, gritó de alegría al ver ese traje de látex rojo que le dejé encima de su cama, me dijo que era la mayor ilusión que tenía pero que nunca llegó a hacerlo... —y ahora con usted amo voy a realizar un sueño de hace mucho tiempo, —yo me alegré al saber que había conseguido cumplir algo que ella deseaba...
Ya puesto el buzo de látex estaba espectacular imaginaos una pelirroja rojo fuego y un traje de color de rojo… joder como me estaba subiendo ya los deseos de poner mis manos sobre ella.
La cogí de la mano y la acerque a un pequeño potro de tortura ideado por mí, le ate las manos y los pies dejando su cuerpo a mi merced, le tape los ojos y le susurre al oído —eres mi sumisa querida y además solo mía así que voy a gozar con tu cuerpo todo lo que me dejes —ella contestó —¡si amo! —con una sonrisa en su cara.
Cogí un pequeño látigo que compre solo para ella de cuero negro y con la rigidez justa y empecé a darle a todo su cuerpo parte por parte si dejarme ningún rincón de darle sus pechos su culo sus piernas su coño el cual se marcaba en el traje como algo para comer muy apetitoso, ella gemía, gritaba, chillaba, de placer con cada golpe mi látigo en su cuerpo, cando vi que ya se había corrido de placer unas cuantas veces, abrí su traje por su coño, ya que tenía una pequeña cremallera, y le susurre al oído —no te he follado en las tres horas de sesión ahora te follaré y te haré mía, —me grito —si amo ¡por favor! lo estoy deseando toda la noche, necesito sentir que se mete dentro de mí necesito sentirlo... —en ese momento la penetré con mi rabo y ella gritó de placer... dios... se estaba corriendo y notaba sus jugos como salían por su coño que calor y que cantidad de líquido, dios mío, parecía una fuente de agua, yo no podía aguantar más la solté la desnude y la tumbe encima de la cama necesitaba sentir su cuerpo sentir su piel sobre la mía sentir sus pechos con los míos necesitaba amarla no follarla me desnudé y empecé un juego de besos y abrazos con caricias y palabras de amor y cariño y así la penetre cuando ya no podía aguantar más con la mayor pasión y cariño que se pueda dar revente a la vez que ella en una explosión de placer y gemidos gritos y que se yo todo lo que se pueda imaginar le llene su coño de leche la cual con sus jugos se rebosaba de su coño.
La besé en sus labios, —no sabes como he gozado y como te quiero eres el amor de mi vida —y ella replicó —yo también te quiero mi vida —y nos besamos con un abrazo que no acababa nunca, —mi vida —le dije —as disfruta, como nunca en mi vida —me dijo y le hice la pregunta que deseaba hacer hace tiempo —mi amor ¿quieres ser mi sumisa para siempre? —se echó a llorar se abalanzó sobre mí y me dijo —si, si, si, hasta que la muerte nos separe, —la abracé fuerte contra mi pecho la bese en su boca y le dije —hasta que la muerte nos separe…
Me hizo el ser más feliz de la tierra y ella también.
