El durazno más rico

Un día normal en mi rutinaria vida de joven, fútbol, trabajo, estudios...
Trabajaba de feriante vendiendo frutas y verduras, el precio del durazno había subido hasta las nubes. Es aquí donde entra ella, la amiga de mi madre, una morena infartante, deliciosos pechos y firmes nalgas. 20 añitos mayor que yo.

En su casa tenía justamente un duraznero, lo cual me llevó a ofrecerle un negocio por así decirlo, lo cual ella aceptó rápidamente, ya que ni importancia le daba a ese árbol, más de una vez hubo un histerismo de parte de los dos, pero no pasaba más que eso, ya que yo era el hijo de su amiga.

Llegó el día, y fui a su casa, ella estaba con un vestidito corto, que cuando se agachaba podía verle su ropa interior, arriba se le notaban los pezones, bien duros y parados, no llevaba corpiño.

En un momento había que subir a una escalera y ella la puso contra la pared y me dijo, —deja que yo subo así aseguro que está bien, —subió y me pidió que se la sostuviera desde abajo. Escalón por escalón fue subiendo y yo idiotizado viendo cómo subía, cómo esas nalgas hacían que su tanga se perdiera entre ellas.

De repente empieza a bajar y haciéndome el tonto miré para abajo, bajó hasta que puso su culo en mí cabeza, sonriendo de manera perversa me pide disculpas, en ese momento empecé a sentir cosquilleo en la entrepierna y trataba de pensar en otra cosa, pero la imagen de ese culo subiendo la escalera no salía de mí mente.

Cuando empezamos a llenar los cajones con los duraznos, ella comienza a rascarse los pechos, mirándome y diciéndome —me pica mucho, ¿será por la pelusa del durazno? —Toma mi mano y la lleva a su pecho y me dice, —mira como las tengo, están calientes de rascarme, — y yo perplejo no sabía qué hacer ni decir.

De repente comienza una llovizna y entramos a su casa a que para poder seguir, una vez adentro nos sentamos y comenzamos a ver TV.
Ella sentada estira las piernas y me dice —dame un masaje como le das a tu madre… —Yo tímido le digo —¡ni loco!
Se levantó y subió a su habitación, yo abajo como un joven abrumado por la situación sin saber qué hacer miraba la tele, enseguida escucho que me llama. Subí esas escaleras corriendo y ahí estaba tirada en la cama boca abajo con una crema para el cuerpo en la mano, me dijo —ahora si podes hacerlos bien —y sonrió.

Comencé por los pies y lentamente fui llegando a sus muslos, no podía dejar de ver su culo, su vagina, moría de ganas por pasarle la lengua, estaba en un estado de excitación impresionante. Ella me decía q perdiera la timidez que no me mordería, y yo como tonto reía.

De golpe se quita el vestido y queda solo en tanga, esa tanguita negra que aún recuerdo por siempre, me pidió que se lo haga completo, no solo piernas sino también en todo el cuerpo. Quedé inmóvil, hasta que se sentó en la cama y me agarró de la polla y me dijo —crees que no me di cuenta de que quieres meterla —sin saber que decir,sin saber que hacer, era un sueño hecho realidad, se me estaba dando lo que tanto deseaba de hacía un tiempo.

Ella me paró, me bajó el pantalón junto con el bóxer, me miró a los ojos y me dijo —es más de lo que esperaba —y comenzó a chupármela, su lengua bailaba en mí polla y mis huevos, mientras me miraba con esa cara de viciosa.

Se recostó y me dijo que me tocaba a mí, sin dudarlo me tiré encima de ella y se la empecé a chupar, era algo delicioso sentirla gemir, pedirme más, que no parara, que usara mis dedos, que le apretaba los pechos, esos pechos firmes, duros, exquisitos.

No dio más y se me subió arriba, mirándome a los ojos me dice —te voy a enseñar lo que es coger de verdad, —no se guardó nada, se movía como si fuera la última vez que lo fuéramos a hacer, cabalgaba y cabalgaba sin parar.
Se bajó y me la empezó a chupar nuevamente, moría de ganas por acabar, pero a la vez no quería que terminara, se puso en cuatro y me dijo —quieres la colita ahora o en un ratito. Cómo un loco me arrodille y se la empecé a chupar hasta que se la puse, ya éramos dos en el juego, ya estaba suelto, me había olvidado que era la amiga de mi madre, me pedía por favor que se la pusiera en el culo, pero ahora era yo quien llevaba las riendas, ahora era ella mi sumisa y lo aceptó con gusto, seguimos un rato más hasta q no pude resistir más, quería acabar, y le pregunté —quedará solo acá o repetiremos alguna vez más? —su respuesta fue música para mis oídos, me dijo con casi sin aliento —¡hay durazno para toda la semana!

Así que ahí pensé y le dije —mañana comeremos ese culo entonces,hoy no, hoy quiero que me hagas acabar con la boca, —me miró, me tiró en la cama y me la empezó a chupar y a chupar y de pronto me dejé llevar y me acabé, era impresionante la cantidad de leche que largaba estaba súper excitado ella me miraba a los ojos y tragaba, me pasaba la lengua de arriba a abajo, me pedía más.

Terminamos los dos rendidos en la cama, riéndonos, acariciándonos como dos amantes que se conocían por un largo tiempo. Nos duchamos, nos vestimos y seguimos juntando durazno. Cayó la tarde y partí hacia mi casa, aún sin poder creer que me había tirado a esa morena, a la amiga de mi madre.

De ese día en adelante comenzamos una historia de sexo sin igual por un largo tiempo.

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