El Arquitecto y la estudiante de último año

La primera vez que la vi entrar en el salón, segura de si misma, con sus largas piernas, mirada inquisidora no presagiaba lo que vendría en el futuro. Una mañana, un día cualquiera, cuando no aparece, entonces me doy cuenta que la extrañaba, sentí mi mente inquieta. Luego al llegar a casa pensé, que me pasaba, y un día mientras ella me preguntaba algo de la materia que no entendía, la invite a salir para tomarnos un trago, paso tiempo, y una noche salimos. Luego de una amena charla, miradas, complicidad por lo que sucedía y un par de tragos, nos fuimos a la playa. La mire y le dije me que gustaba, ella me miro y sonrió. Lentamente me acerque a su rostro puse mi mano en su mejilla y suavemente la bese. Sentía la agitación de su respiración y su desesperación por tocarme, pero se reprimía. Mientras rozaba su cuerpo crecía mi excitación, a esas alturas mi pene erguido empujaba mi pantalón, ella se daba cuenta y una parte de ella quería tocarme, pero se detenía. Creo que en su interior pensaba que entregarse a mi en la primera cita, la marcaría como una chica fácil y eso la reprimía. Ambos estábamos sorprendidos de lo maravilloso de nuestra "junta" como una vez la llamamos para no reconocer que era una cita, tal vez por qué ella una joven estudiante universitaria de último año, no podía ligar con un hombre mayor y que además era su profesor.
No recuerdo bien cuanto tiempo transcurrió y una semana nos pusimos de acuerdo para una nueva "junta" , mi mente presentía lo que mi corazón anhelaba, conversamos un rato, bebimos y luego nos fuimos a la playa, ya estábamos inquietos ambos y nos fuimos a un motel. La mire y comencé a desnudarla, disfrutando su exquisita figura tratando de no demostrar mis nervios, sentí su humedad. Resonaba en mi mente lo que quería de ella, "te quiero caliente tanto que me quemes en ti", bese su cuello y mientras bajaba por la linea de sus pechos, cogió mi pene sentí su placer al hacerlo y hundí mis dedos en su vagina, sentí estremecer su cuerpo y luego de que ella recorriera mi pene con sus labios, la penetré, mi placer aumentaba al sentir la vagina mas deliciosa que había sentido un hombre maduro como yo. Ella se esmeró y disfruto cada embestida, poco a poco se fue entregando a mis deseos y juntos ardíamos en una noche de verano venciendo nuestras dudas, temores y ganas de cogernos.

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