Voy al dentista. Te llevo. Me acompaña Mariel. Las llevo. Ok.
Un día a Mariel le ví los pechos, hacía meses que pasó ese momento caliente mientras mi mujer preparaba el desayuno y a ella se le abrió la puerta del dormitorio.
Ya había curtido con todos nuestros amigos. Nos escuchó haciendo el amor varias veces. Siempre estaba ahí, latente, y yo esperando el momento para dar el primer paso. La mejor amiga de mi mujer; se contaron todo y de esto también iban a hablar. Leímos juntos una revista en la sala de espera, Mariel, apoyada de costado en la ventana, yo, le puse la mano en la cintura mientras leíamos una nota de famosos. En dos minutos la abrazo apoyándola y sustentandole con fuerza la cintura. Que bien que me haces me susurró y mi mano bajó más, con mi rodilla entre sus piernas. Me la toca, abrí el cierre y metió la mano, se agachó y abrió la boca con su lengua sobre el labio inferior. Saltando como chispas enormes llegué a todo el interior de su boca que se movía con su lengua como remolino de crema caliente que hicieron fluir de nuevo todas mis jarras hacia su boca que no quería olvidarse ni una gota...
El torno ya no sonaba. Cuando nos vió lo supo todo. Nos dijo vamos a casa, me apetece algo bueno.
Café, torta, champán, se la llevó a la pieza, salio primero mi mujer, en tanga, bailaron un rato, háganlo otra vez dijo Cinthya. Mariel la besa, yo la saqué afuera porque rompía el pantalón, y otra vez me la agarra, con cuántas ganas la succionaba y mis mares se retuercen mientras Cynthia nos contempla, una mano en la nuca de Mariel y la otra en su propia pelvis.... Mi mano en su mano y la otra en su cintura los tres unidos en una danza amorosa...
El amor es la fuerza pensaba yo, porque les hice la cola y uno dice ¿como podés tanto? Pero ¿cómo nó si mientras yo les doy ellas se besan con ternura apasionada?
Me gustan las mujeres de todas las razas, las beso hasta acabar después la pongo
