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Lo supe cuando ví el cafe

1:29 pm Tuesday, 21st July, 2020

Había cómo diez personas. Una morena muy sexy, el marido un buen tipo y los compañeros de baile que pararon de practicar cuando toqué el timbre de la puerta.
La morena en tanga tipo flash dance, hermosísima, muy deseable, me atendida tan bien con su remerita corta y apretada... Pero yo fui a saludar un toque y ya me iba. Y estaba el marido... 
Los amigos eran atentos pero solo ella me hablaba y cuando fue a la cocina a buscarme un cafe, sus movimientos me enloquecieron. Esa cola fuerte con tanga negra, esas piernas agitadas, con medias hasta la rodilla y zapatillas sin atar, y un aire de locura en esa casa, mezclada con seriedad formal.
El marido no bailaba, hacía diseño. Sumandose al momento se trajo un café y me miró atentamente a los ojos. 
¿Para qué le voy a sostener la mirada si a mí me lo que me interesa es ella? 
Si, le dije. Hay algo que me hizo volar alto. Se relajó. Me estoy sintiendo bien acá le dije mirando hacia el sector de la morena y vuelvo la mirada hacia el marido.
Pero ya tengo que salir. Fue un placer muchas gracias. 
Volvé cuando quieras, dice ella y el tipo no se pone nervioso, recordaba en los pasillos con luz azul y nubes, dónde estoy? El portero me hizo recordar el mundo en que vivía cuando llego a la salida. 
Caminando por calles de teatro, mi mente lo repetia.
Volvé cuando quieras, dice ella y el tipo no se pone nervioso.
Pero yo estaba como enamorado, lleno de sentimiento...
Asombrado veo cómo una cartera en una vidriera se corre sola. Y también había neblina de color, como en el teatro.
Descubro que me olvidé la carpeta. Empiezo a caminar las dos cuadras de regreso.
Toco timbre. Paso. La orquesta sonaba fuerte, subía al ritmo de baladas. Cuando se detiene el ascensor mi corazón late. Las baladas suenan ahí también. Apenas distingo las voces. Pero ninguna decía carpeta. Entre baladas y gente hablando escucho las palabra café, postre, comentarios, risas. Otra vez todos de vuelta en el mismo lugar.
La misma situación se repetía para todos.
Agregando un detalle. Le toco la rodilla que me apuntaba. Lo miro y noto que él vive algo bueno.
Sin terminar un párrafo me pase al sofá con la mirada en el flaco que se sentía muy bien.
Le gustó que me siente al lado de ella. La neblina azul comienza a moverse. Una mano mágica agarra mi mano, la deposita en una rodillita humana de una mujer morena. La neblina se disipa un poco para mostrarme, en la cara del marido, cómo gozaba su alma. Mi codo se acercó a su nuca y mi mano se acercó a la mitad del muslo. Viendo sus ojos felices de mujer, escuchando las risas y bailes de la habitación; como un ejército antiguo comienza a caminar, así, mi codo se extiende sobre la nuca y mi pierna toca su pierna. Un remolino de colores giraba sobre la mesa. Todo volaba y mis hojas de la carpeta salían volando por el balcón. Los pájaros agarraban mis hojas al vuelo y se las llevaban al arbol. Vuelvo la mirada al marido, quien muy amablemente me ofrece otro café y postre. Mi mano recorría sus tetitas y él me ofrecía café.  La cocina hacía ruidos de tazas.
Y llegó el café. Se miran, se ve su amor. Él, feliz... Solo un  movimiento y vería su cola.. Bajo la mano por su espalda. Agarro la tanga sintiendo esa nalga. Tiro para hacerle sentir presión en la vagina. Se mueve acabando, beso su cuello. La franeleo toda. Acabó fuerte.
Un trago? Si! decimos los dos. Cuando vuelve con los vasos, la tanga ya no la tenía puesta. 
Se la dejo por un minuto.
La acaricia, la besa, la excita, abrí mi pantalón, sus ojos se dirigen ahí. Saco. Voy. El la besa y yo la cojo. 
Que zarpado! -me dijo dijo mi mujer al otro día- ¿cogieron con la casa llena de gente? Claro, ella no estaba para entender la situación, y la magia...



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