Mi primer trío en el Pirineo

Habíamos quedado para hacer un trío. Elegimos una casa rural en un pequeño pueblo del Pirineo. Cuando llegué, ellos ya estaban allí.

Nos presentamos y al momento surgió un flechazo entre ella y yo. Su mirada traspasó mis ojos más allá del infinito y llegó no hasta mi corazón, hasta mi alma.

Después de hablar un rato, la química fue haciendo hervir nuestra interacción. La temperatura iba aumentando y me trasladaba sangre allí donde más me lo requería. Ella iba poniéndose cada vez más colorada, su química también hervía.

Él propuso darnos una ducha juntos. Nos desnudamos unos a otros, lentamente, las manos y la lengua recorriendo todas las orografías corporales.

Cuando mi lengua llegó a sus senos, ella experimentó breves escalofríos y empezó a gemir.

Él me susurró al oído, ㇐es el momento, empieza a penetrarla.

Mis dedos fueron bajado desde sus tersos senos hacia la tipa y luego, después de rozar el vello púbico, se introdujeron lentamente por el túnel del placer. Conforme iban entrando, la lubricación aumentaba y el camino se iba despejando.

Ella gemía cada vez más fuerte y empezó susurrar, ㇐fóllame, fóllame despacio.

Mi pene ya estaba al máximo y pidió paso en su viaje al placer. Lentamente la empecé a penetrar, aumentando el ritmo suavemente. Ella gemía y gritaba, cada vez más y más rápido y él le lamía los pezones y le tocaba el clítoris.

La tensión sexual crecía y crecía y cuando llegó al clímax se desbordó. Ella gritaba, ㇐me corro, me corro, ¡no pares!

Terminamos exhaustos pero felices. Fué la ducha más erótica de mi vida

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