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Propiedades de Vampiro

12:23 pm Friday, 25th October, 2019

Al cerrar su libro favorito "Propiedades de Vampiro" sintió un largo escalofrío en su cuello. Las ventanas estaban cerradas, era noche de Halloween y era alrededor de medianoche.

Mientras arrojaba las sedosas sábanas rojas de su cuerpo, se estremeció una vez más, mientras maldecía por usar sólo una tanga y un sujetador, mientras hacía su camino a su armario.

Respiró profundamente mientras hablaba consigo misma —¡Venga Alma! —se dijo en voz baja —Nunca sabes dónde pones tus cosas... —Exhaló.

Era como si alguien hubiera entrado en su habitación y moviera todas sus cosas. Ella se pinchó su dedo —¡Ay! —Frunció el ceño y se sentó aterrizando su culo firme sobre un par de tacones, luego saltó y se golpeó la cabeza en el techo bajo. Gruñó de dolor pero al menos sabía dónde estaba ahora.

Estaba cerca del baño. Fue tanteando su camino y encendió las luces. Al darse la vuelta, se dió cuenta de que todas sus gavetas estaban abiertas, su armario y también su ventana. Se echó a reír y se frotó la cabeza. —Igual que mi madre solía decir "No te olvidas de la cabeza porque está unida a tu cuello".

Miró su cuerpo curvilíneo de mujer latina en el espejo. Su cabello era de un color marrón de caoba envejecida, y su piel tenía una tonalidad caramelo, el cual combinaba perfectamente con el verde de sus ojos. Sus pechos 34D se podían ver por debajo de su sujetador negro de encaje.

Escuchó una risa oscura detrás de ella misma y rápidamente se dio la vuelta, pero no vio nada. Se limpió la frente, deshaciendo su camino desde el baño hasta la cama. Apagó la luz y corrió a su cama. Pero se detuvo a mitad del camino. Algo la agarró y la clavó en la cama. Intentó liberarse y gritó —¡Quítate de encima! —Trató de salir de esa situación, pero cuanto más trataba de moverse, más la inmovilizaba. Fuera lo que fuera, era muy fuerte. De repente la luz se encendió… Encima de ella, estaba un hombre inhumanamente magnífico. Sus brazos eran musculosos y su pelo negro peinado hacia atrás, le hacían parecer un actor de cine de los años 50. Sus ojos miraban dentro de ella, profundamente en su alma, enviando escalofríos por todo su cuerpo.

Puso sus manos debajo de su espalda tirando de ella lentamente mientras ella se estremecía en sus brazos. Estaba aterrorizada cuando él se inclinó hacia adelante y le susurró al oído: —No tengas miedo de mi belleza —dijo con un acento que no pudo descifrar — No te dolerá por mucho tiempo.

Su mano paseó hasta su pierna, la sentó en su regazo como si fuera su marioneta y él su l maestro y ronroneó en su oreja. Su mano se metió entre sus piernas, aparándolas a cada lado y quedándose allí, empujando contra su coño sensible, haciéndola jadear de excitación. Pensó que era un sueño, sólo podía ser eso... ¿No?

Le lamió el cuello haciéndola temblar, y la mordió, sintiendo Alma una sensación de hormigueo entre sus piernas y cuello al mismo tiempo. Cerró los ojos y puso una mano en la parte posterior de su cuello, tirándolo más cerca, como pidiendo que la mordiera aún más. Él se sintió obligado a añadir más presión en su coño.

Sus manos tiraron del elástico de la cintura de su tanga. Le dio otro tirón haciendo que la goma acabase golpeando su piel, dejando una sensación de hormigueo en su muslo. Lamió su cuello y lamió su mandíbula. Ella se sentó jadeando un poco, sus ojos medio abiertos y su tanga media mojada. Parecía disgustado por eso y lamió su pecho. Apoderándose de uno de su senos y dándole un buen apretón mientras lamía el pezón del otro seno. Ella se apoderó del edredón mientras él hacía lo mismo una y otra vez. Mordió y chupó fuertemente, mientras ella le acariciaba el pelo y respiraba un poco más rápido. Mientras mordía un pezón, masajeaba el otro. Esta mezcla de dolor y placer fue suficiente para llevarla al borde. Pero aún no había llegado.

Parecía enojado, la empujó hacia atrás y acarició su hermoso coño afeitado mientras intentaba quitarse el cinturón. Sus ojos se ensancharon cuando una polla enorme fue liberada de sus pantalones. Nunca se la había visto tan grande a nadie. Se colgaba a mitad de su pierna libremente mientras sus huevos se movían un poco. Ella intentó alejarse, pero él ya estaba encima de ella. Provocando su coño con su polla, frotándolo hacia arriba y hacia abajo, ya goteando.

Ella cedió y suspiró. Se agarró de sus antebrazos y cerró los ojos. Alma podía decir que él sonreía descaradamente mientras la embestía con su polla de 20cm dentro de ella, haciéndola jadear. Se inclinó hacia ella, empujando sus piernas hacia arriba y doblándolas como si estuviera sentada. Rápidamente movió sus caderas hacia dentro y hacia fuera a una velocidad inhumana, haciéndola hacer todo tipo de ruidos.

—Sí, cariño, dime cuánto quieres esto. Sé cuanto sueñas con ser follada por un vampiro, te he estado observando mientras te tocas leyendo tu libro. Nunca he querido tanto a nadie en mi larga vida.

Le salió una risa malvada y la folló aún más rápido.

—¡Ay s.ss...Siii! por favor no pares... no pares... —Clamó, perdiendo la vergüenza…

Se moría del placer, mientras le agarraba el culo gimiendo en voz alta. Mordiendo su labio.

—Dulce Alma… —fue más rápido —Bueno... ya no tan dulce, no muerdas tu labio que me vuelves loco… —Se echó a reír de nuevo y soltó un gruñido de placer, con el sudor goteando de su cara. Cada vez iba más y más rápido al mismo tiempo que la cama vibraba y colapsaba. —Parece que te debo una cama —Se echó a reír, y luego desaceleró. Pero fue solo instante, ya que empezó a ir más rápido de nuevo, y ella se corrió instantáneamente.
Alma se apretó con todas las partes de su cuerpo haciéndole rugir de éxtasis. Ella arqueó su espalda y él le susurró al oído —Eres mía ahora —sacó su polla y se corrió sobre sus senos y estómago, sonriendo finalmente a su obra maestra —Hasta la próxima vez mi amor —le dijo y luego se fue, dejándola en su cama en un montón de pegajoso esperma. Sus ojos se cerraron y durmió el mejor sueño de su vida. Cuando se despertó, se frotó los ojos y se sentó. Caminando media dormida hasta el baño, cepillo su pelo y se miró al espejo, todavía sucia de semen. Sonrió. —No fue un sueño —dijo, riéndose, mientras contemplaba su cama rota.

Sabía lo que era ahora, y estaba feliz… Era suya...




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