Recuerdo aquellos años cuando iba a sexto/septimo grado que me atraía exquisitamente la madre cuarentona de una amigo que nos llevaba al colegio con su auto, zapatos de tacos y algunas veces con botas altas y mini falda, la cual era la moda de los ochenta.
Hermosa mujer, dueña de mis prematuras fantasías y algún que otro deseo no entendido. Al margen de esto, castigaba al auto en todos los cambios… ¿Qué más se podía pedir?