Cada vez que pienso en sexo, pienso en expectativas. En mi cabeza se van organizando una infinidad de detalles que deben ir en el orden adecuado, para provocar cada vez, una específica y particular sensación, donde cada una de las reacciones provocadas, deben ir, poco a poco, desactivando cada cerrojo; los escrúpulos, el recelo, el temor y sobre todo el decoro, para que finalmente una vez vulnerados todas los obstáculos morales , y sin fuerza para luchar, abandonar el control, cediéndolo sin garantías, para que al fin, de una larga demostración de la fuerza y control requeridas para la tarea, provocar esa indescriptible arrebato de fuerza y explosión húmeda e incontrolable que se buscaba desde un principio. Con el cuerpo débil, ya solo queda la satisfacción de haber resistido hasta el final, y haber conseguido estar a la altura del desafío, con la esperanza de que alguna vez nos volvamos a encontrar.
