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El cumpleaños de Sofía (I)

2:44 pm Saturday, 26th October, 2019

No todos los días se cumplen cuarenta años. No es que fueran
muchos, la verdad, Sofía estaba de muy buen ver, ya le gustaría
a muchas veinteañeras, pero cuando menos era un momento
para echar la vista atrás. Luis, su marido, lo sabía y, qué
caramba, no se cumplen cuarenta todos los días. Lo había
preparado todo con meticulosidad, con la valiosa ayuda
de Ángel y Yolanda, amigos comunes que habían disfrutado
como niños con los preparativos secretos.

Además, era evidente que Sofía siempre había fantaseado
con algo así. Aunque en algunas veladas habían llegado
a coincidir con dos o tres hombres en las fiestas de viernes
del club, aquello tenía que ser un auténtico regalo de cumpleaños.
No fue difícil convencer a los colaboradores, que tan gentilmente
había reclutado Ángel a lo largo de las últimas cuatro semanas:
bastantes de ellos ya conocían a Sofía, y se mostraron encantados.
A los demás, les bastó con ver una foto o, las más de las veces,
con la simple propuesta y una somera descripción. Sofía
conservaba una espléndida figura, unas largas piernas
pese a no ser muy alta, unos grandes pechos todavía turgentes
con grandes pezones del color del cobre, mientras sus ojos
azules enmarcados en rizos castaños mantenían una mirada
traviesa y seductora, entre pícara e infantil.

La verdad es que Sofía sospechaba algo. Ya había recibido su
regalo, un hermoso collar, sin duda valioso, sabía que
Luis no acostumbraba a reparar en gastos, pero interiormente
dudaba mucho de que la jornada fuese a acabar con una simple
cena íntima. Al menos, conociendo como conocía a su marido
y evaluando los muchos juegos en los que habían participado
en los últimos diez años, prácticamente desde que se casaron,
era difícil no esperar una sorpresa.
Y la sorpresa llegó. A media tarde, Luis le pidió que cerrara
los ojos y confiara en él. Se situó tras ella y le vendó con
fuerza los ojos, de tal forma que no podía distinguir ni
la más tenue claridad; no pudo evitar un estremecimiento
de recóndito placer y excitación, sabía que aquella tarde
sería inolvidable, y su mente comenzó a imaginar lo que
podría esperarle.



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