RECORDANDO MI PRIMERA VEZ

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Siento mi corazón latir, mis pupilas se dilatan al recordar sus palabras:

—Te quiero desnuda en la habitación en media hora. —Siempre me habían impactado sus palabras, pero hoy todavía más, sería mi primera sesión con él y la verdad es que estaba muy nerviosa. Me acabo de mirar por última vez en el espejo y me encaminé rumbo a donde sería mi perdición.

Cuando llegué no había nadie, así que hice lo que él siempre me había dicho, lo esperé de rodillas con las piernas abiertas, las palmas de la mano encima de ellas y la cabeza agachada, no se cuanto tiempo esperé en esa posición, pero sí que supe cuando llegó. Su mirada penetrante se clavaba en mi nuca, y aun sin verlo mi cuerpo empezó a reaccionar ante ese suceso, mi piel se erizó y mi sexo se comenzó a humedecer.
De pronto sentí unas pasos aproximándose, me cogió del cuello y me inclinó la cabeza hacia atrás para que le mirara, seguidamente me soltó esa bofetada que me dijo los primeros días que chateaba con él, el bofetón fue sonoro, pronto comprendí quién mandaba allí.

—Muy bien putita veo que vas aprendiendo cómo debes comportarte, quiero que sepas que eso va a ser el comienzo de un nuevo mundo, pero si sientes que es demasiado para ti solo tienes que decírmelo, y paramos al instante.

Mientras hablaba me iba pellizcando los pezones, tiraba de ellos con fuerza a la vez que los azotaba con sus manos, me incitaba a caer en un abismo y yo sin poder remediarlo caía.Me obligó a ponerme de rodillas y con mirada baja, mientras me ponía el collar, correa y un bonito rabo de zorra en mi culo, me paseaba por toda la habitación, diciéndome lo perrita que era… una vez, levanté la mirada… zas, noté otro bofetón en mi cara, al rato volví a intentarlo… zas, zas, cayeron dos más.

—Nena aprende a escuchar lo que te digo, —no volví a levantar la mirada del suelo, así estuvo un rato, humillándome como tantas veces yo había imaginado.

Me llevó al centro de la habitación, me puso de pié, empezó a ponerme pinzas sobre mis pechos, fueron muchas, pero sí recuerdo que hizo una bonita mariposa de bonitos colores, empujaba con sus manos las pinzas contra mis pechos doloridos, pero en el fondo es lo que yo buscaba, en un rato me los quitó y empezaba a ponerme otras de las numerosos modelos de pinzas que tiene, mi excitación subía por momentos. Me quitó las pinzas y empezó a atarme mis pechos, pasó sus cuerdas por un pecho y luego por el otro, el color iba cambiando y el mientras me los azotaba con el floger, luego con la fusta.

Al rato me las desató quedando unas bonitas marcas. Me puso unas muñequeras quedando mis manos juntas sin poder moverlas, me hizo agacharme dejando mi culo en todo su esplendor.

—Más respingón, —me dijo, mientras que con su cinturón me azotaba, no se cuantas veces fueron pero si se que iba cambiando de juguete cada ciertos azotes, después de azotar mi culo, azotó mis muslos, mi espalda, todo mi cuerpo… era inútil decir que no, mi mente quería más. Yo por ese momento ya estaba atacada de nervios, pero una mirada suya me transmitió toda la paz que yo necesitaba en esos momentos.

Toda la piel de mi cuerpo, pasó de un tono rosado a un rojo intenso. Cogió su fusta nueva me la enseñó e hizo que la chupara con mi lengua, me dijo, —perrita ponte sobre la cama con las piernas bien abiertas y no chilles.

Empezó con unos azotes suaves en el interior de mis muslos, con el primero salté sorprendida, pero a medida que avanzaba me iba relajando, más tarde azotó mi vagina, obligándome a abrir mis labios vaginales, me picaba. La lengüeta de la fusta tocaba en mi piel dándome un ligero escozor que poco a poco se tornó más intenso.

Poco a poco, los fustazos me dolían más, pero llegó un punto que ya no sentía el dolor, ni las lágrimas que brotaban de mis ojos, dejé de sentir nada, era como si mi mente se hubiera transportado a otra dimensión.

Después comenzó a jugar con sus consoladores, de menos grueso a más, los penetraba con decisión, sin miramiento, me usaba como él quería, me usaba como siempre imaginé. Miré su cara sin que se diera cuenta y veía cómo sus ojos delataban excitación, primero mi vagina, luego mi culo, hasta terminar completa por mis dos orificios. Para terminar usó el hitachi… me corrí varias veces, no si antes pedirle permiso para poder hacerlo.

Agarrándome de mis pezones y estirando de ellos me hizo inclinarme hacia delante, quería follarme estaba muy excitado, me puso a cuatro patas y empezó a penetrarme con fuerza, primero por mi coño, oía su respiración excitada, luego por mi culo mientras con su mano me azotaba a los lados, su respiración y suspiros iban subiendo intensidad… quería correrse, casi, casi estaba listo ya… me dio la vuelta y me abrió la boca para echar toda su leche en ella, —tomalá zorra, te lo mereces.

Me dijo, —mírame perrita, estoy muy orgulloso de ti, me cogió en brazos, me acunó, me besó y me susurró al oído, me llevó a la cama, me abrazó y me tapó con una suave sábana hasta que quedé dormida.

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