Después de comprarnos un huevo vaginal decidimos probarlo en un cine. Ella vistió falda amplia hasta las rodillas y nos sentamos en la penúltima fila. Escogimos una peli de acción, por el ruido, y una vez empezó la película saqué el mando a distancia de mi bolsillo y lo vinculé al juguete. Ella me cogió del brazo y me susurró al oido "ve despacio". Entendí que ya estaba mojada antes de conectar el vibrador. No soltó su mano de mi brazo y con su presión me daba a la idea del placer que sentía. Tres asientos más allá observé a una pareja. La chica, curiosa y supongo que sospechando nos miraba de soslayo. En un momento en que había explosiones en la película me dije a mí mismo que era el momento de explotar algo más y puse la intensidad del juguete al máximo. Mi mujer se contorsionó en la butaca, apretó su mano y apagó un grito de placer casi mordiendome el brazo. Por favor, susurró, y tomó nerviosa mi mano para desconectar el aparato. Habia dejado la butaca empapada y me dijo que debia ir al baño y que allá me esperaba. Salió de la sala y miré de reojo a la pareja de antes. Él estaba ensimismado en el film pero ella me miraba, entre lasciva y satisfecha. De súbito se levantó y al pasar a mi lado rozó mi mano. Al minuto yo tambien me levanté y fui en busca de mi mujer. Me sorprendí al verla charlar con la joven. Me dijo "es tu dia de suerte, tenemos compañia" y sin dejar que me recuperara de la sorpresa abrió la puerta del baño de minusválidos, me tomó de la mano y me arrastró dentro. La joven rubia entró tras de nosotros y cerró la puerta con llave. Las dos mujeres se besaron mientras mi esposa desabrochaba mi pantalón. Al poco ambas se inclinaron para brindarme una mamada a dos lenguas que me llevó al cielo. Luego, por turnos, empezando por la joven, empecé a empotrar. Ellas apagaban sus suspiros de placer comiendose sus lenguas. Tras un buen rato de pasión sentí que mi miembro iba a estallar, así que me saqué el condón, penetré a mi esposa y descargué una cantidad increible de semen en su coño, inundándolo. Luego nos limpiamos y, por turnos, volvimos a nuestras butacas. Al acabar la película la joven pasó a nuestro lado y, disimuladamente, entregó una nota a mi esposa. Nueve números. Mi esposa me susurró "quieres que la invitemos a cenar?" Yo contesté "El próximo sábado cocino yo".
