!De noche¡, sentí la briza del mar escurrirse por las persianas, descubrí una silueta juguetear en la playa con un perro blanco, ella salpicada de arena y sudor , reía y saltaba sin desvelo, miraba de vez en cuando a la habitación del hotel, donde yo desnudo la observaba, sofocado del calor nocturno, sonreí trémulo, y ella correspondió con su coqueteo; que hermosa mujer con silueta de esmeralda tierna, cabellera cobriza, ensortijada que resorteaba en su espalda pequeña, absorta de la nada regreso a mirarme y asentió con su cabeza el pedido de mi alma, fue para mi un llamado a la cordura que presenta el idilio sordo, la espera fue milenaria, que se esfumó con los golpes de la puerta, una pausa abismal me sobrevino al oír el picaporte saltar, era la bella dama envuelta en lino sudando de la magia, transpirando agitada de sus fisgoneos alóndricos, que final contumaz descubrió la noche cuando nuestros cuerpos en intrépida mudanza saltaron nuestras ropas y fluidos en las sabanas, ser más explícito sería manchar la honra de la ninfa, sería perderme en el abismo de mi aura , solo puedo conferir en mil palabras, que de todo lo que hubo aún no fragua, en el cuarto del hotel 34, las sombras de lujuria como en piedra.
