Diario Libidinoso - Parte 1

Encantado de leer otros blogs, quiero empezar a compartir con ustedes algunas de mis experiencias sexuales a lo largo de mi dilatada y ya experimentada vida sexual, ahora que a mis 52 empezamos a ser considerados como un sexi, maduro.

Recuerdo que en una época anterior a la de la llegada de internet a nuestras casas, los routers emitían pitidos cada vez que entrabamos en una nueva página. Era una herramienta muy poco utilizada, solo unos pocos se aventuraban a hacer realidad sus fantasías gracias a esta herramienta. Conocí gente a través de uno de los pocos chats que existían en aquella época, y si surgía química, podías tener una sesión de lo que ahora se conoce como cybersex. También resultaba muy raro llegar a un encuentro real, como sucedió después de muchos meses de intentarlo.

Se llamaba Maite, una chica de mi ciudad que rondaba los 30 años. Ambos, simpáticos, intercambiamos opiniones y nos reímos mucho, alegremente, con una conversación fluida, sin complejos, valiente, atrevida y muy morbosa, rápidamente congeniamos y poco tardamos en tener nuestra primera experiencia cyber, dada la cercanía, la química que se estableció entre nosotros y sobre todo el calentón que pillamos cada vez.

Decidimos con nuestras mentes calenturientas hacerlo con mucho morbo y haciendo realidad una de nuestras fantasías, sería un primer encuentro totalmente a ciegas y cuando digo a ciegas sería en el sentido más literal. Decidimos reservar una habitación de hotel para que ella estuviera allí esperándome, las luces apagadas y total oscuridad para que todo fuese mucho más intenso, un encuentro entre dos cuerpos que se desean, sexo, pasión, morbo, fantasía y mucho placer…

El día había llegado, reconociendo mi novatez y mi falta de experiencia, con ansiedad y algunos espasmos musculares debido a los nervios de aquella primera experiencia, llegué al hotel indicado, subiendo en el ascensor. El corazón se me salía y mi polla quería reventar sin aún haber tenido un mínimo contacto. Llame a la puerta y espere unos segundos según habíamos acordado para que ella se situara detrás, estaba cerrada, pero sin llave lógicamente.

Por fin llegó el momento, abrí muy despacio, me adentre tímidamente y suavemente a la vez que cerraba la puerta, fue instantáneo, cuando oí el reloj de la puerta al cerrar sentí el roce de su cuerpo, sentía su respiración que a mí me excitaba. Nos acercamos y acariciamos delicadamente, descubriéndonos con el tacto. Su piel era caliente, suave y semidesnuda. Intuía que solo llevaba ropa interior y que sus manos inquietas querían palpar todo mi cuerpo. Me abrazamos mientras yo le retiraba el pelo y besaba su cuello. La sensación de oír latir su corazón y el pequeño jadeo que salió de su interior al llegar al lóbulo de la oreja con mis labios hicieron que me excitara aún más. La pasión se desbordó. Nos besamos apasionadamente, nuestras lenguas se entrelazaron, peleaban por descubrir el interior de la boca del otro, su aliento era el mejor elixir. Mis manos descubren entre caricias un cuerpo caliente, suave, más o menos de mi altura, unos pechos pequeños aunque de grandes pezones, duros y excitados, según bajaba unas anchas caderas y un culo donde agarrar dos buenos cachetes que sin estar duros eran perfectos para moldear, ella hacía lo mismo aunque tras quitarme la camiseta y acariciar durante un tiempo mi pecho tardó poco en desabrocharme el pantalón y acariciar, sobar y jugar con mi miembro por encima del eslip.

Todo transcurre tras la puerta aún, ni siquiera habíamos intercambiado una palabra, hasta que de repente un susurro salió de su boca y con dulzura cogiéndome de las manos me guio hasta el interior de la habitación, ven, me dijo, una vez nos hicimos a la oscuridad solo se insinuaban nuestras siluetas, pero seguía sin verse nada, pronto tropezamos con la cama, donde ambos caímos a la par. Ya no había nervios, el instinto, la pasión y las ganas de sacar el máximo placer al otro superaron toda posible vergüenza y tras una pequeña lucha de poderes por llevar la iniciativa quede sobre ella, besándola, ahora más pausadamente, disfrutando su aliento, su respiración, bajando por su cuello, desnudando sus pechos, besándolos, chupándolos, disfrutando de ese especial sabor que toman cuando están excitados.

Por fin, y tras retirar sus braguitas a un lado pude satisfacer esa necesidad, lamí muy despacito su sexo totalmente depilado para que poco a poco fueran abriéndose sus labios. Estaba muy mojada, no tardé en distinguir en la oscuridad su clítoris, duro y para mi experiencia de aquel entonces, grande. Empece a chuparlo y a jugar con mi lengua con él, fue fácil cogerlo con la yema de mis tres dedos y empezar a hacerle una paja como si de una pequeña polla se tratara, me gustaba y excitaba sobremanera, escuchar su respiración cada vez más acelerada, su cuerpo intentando aguantar y su sexo cada vez más mojado y pringoso.

Decidí llevarla al límite de la desesperación, prolongar su éxtasis hasta la locura, cambiando el ritmo, despacio, suave, más intenso… alternando el juego de mis dedos con el de mi boca, hasta que de repente, sin esperármelo y sin avisar, descubrí mi primer squirts, fueron dos expulsiones fuertes, cortas e intensas que me bañaron la cara seguida de una descarga más suave y prolongada, oírla fue una gozada que fue recompensada, pues en pleno éxtasis de excitación y mientras yo me recreaba en el momento intentando prolongarlo ella se incorporó y tumbándome sobre la cama tomo la iniciativa, se cambiaron las tornas, termino de desnudarme y comenzó con una de las mejores felaciones que recuerdo, despacio, muy despacio, suave, pero con mucho vicio, babas y salivó, le gustaba jugar y explorar, descubría nuevas sensaciones cuando mi miembro entraba totalmente en su boca y su boca chocaba en mi pubis, no veía lo que hacía, pero aquello si no lo paraba no iba a durar mucho, así se lo hice saber primero intentando retirarla, luego avisando que venía, su respuesta fue un ronroneo que al sentir la vibración que emitía hizo que eyaculara profusamente, ella se quedó quieta sin mover su cabeza con mi polla totalmente dentro, descargando en su interior, notaba como parte de toda esa corrida mezclada con su saliva chorreaba por mis huevos, aunque la sensación no duró demasiado, eran treinta y pocos los años y la erección seguía siendo firme, quería más, ella también y no hizo falta decir nada, seguíamos siendo dos cuerpos que se deseaban, aún no habíamos intercambiado dos palabras seguidas, pero nos entendíamos bien.

No se me olvidará nunca el momento en el que se incorpora, se acerca y me besa, compartiendo fluidos, mi propia leche, su saliva, su sabor uf, pocas veces lo repetido, mientras sentándose en mí y ayudándose con la mano se introduce mi rabo y empieza a cabalgarme. Estaba chorreando, aquello era una mezcla de fluidos que hacía que todo resbale y fuera muy suave. Lo disfrutamos, lo gozamos, poco a poco la conexión era mayor, los gemidos más intensos y sonoros, sus orgasmos aparecían mojando con generosidad mi pubis, resbalaban por mis muslos y mojaba las sábanas hasta en dos ocasiones. Me gustaba la sensación, pero quería seguir explorando, cambiamos de posición, la puse a cuatro en el filo de la cama y yo de pie, desde atrás empecé con mi ritmo, cogiendo bien esos cachetes generosos, azotándola y haciendo que se movieran vibrando al unísono. Gritaba tímidamente, pero ayudaba empujando su culo contra mí. Mis manos apretaban sus cachetes, el ritmo era intenso, fuerte, de repente y sin poder controlarlo un intenso orgasmo invadió mi interior mientras mi miembro salía de ella y regaba su espalda con generosidad. Ambos caímos en la cama, nos sonreímos, nos abrazamos con nuestros cuerpos sudados, pringados, mojados… la conversación que vino después depara las siguientes historias.

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