Me besó. Me besó ella. Por fin nos habíamos besado. Quién hubiera dado el primer paso, sabía que lo daba sobre seguro. Los besos son los grandes olvidados del sexo. Con el tiempo he comprobado que son los besos los primeros que desaparecen en las parejas sometidas por la rutina y falta de pasión. Desaparecen mientras se folla. Quedan los besos sociales de pareja. Desde que desaparecen los besos guarros, la extinción del sexo es cuestión de tiempo.
A lo que iba. Un beso increíble, infinito, imborrable. No dejéis escapar a la persona que os despierte los nervios del estómago al besaros. Es la adecuada. Si no sentís esa sensación, no la busquéis, no se dará. Es una mujer de labios carnosos. Finos. Hermosos. Es hermosa. Sonríe y estás atrapado en su embrujo.
No hacía falta que me besará para empalmarme si estaba ella cerca. Curioso con ella, más que con ninguna otra chica, si me rozaba mi polla reaccionaba y asomaba la cabeza por el pantalón. Se convirtió en un juego. Coqueteaba y sabía que tendría que atrapar mi miembro con el cinturón para que no notarán el resto lo cachondo que estaba.
Todavía no lo sabía, su coñito sufría del mismo efecto. No conozco su coño seco. Nunca. Suave, húmedo, Rico. Siempre cuidado. Limpio. Sin olor. Rasurado o no. Con mi letra de inicial. Mil maneras, siempre húmedo. Sus besos me enamoraron, su coño me esclavizó.