Beto estaba muy contento con su nuevo empleo. Sentía la libertad de estar viajando, y cuando manejaba sentía el auto de la empresa como suyo. Andrés, su compañero se había convertido en su mejor amigo. Todas las horas que compartían recogiendo autos permitieron que se fueran conociendo. Andrés, a diferencia de Beto era soltero, un soltero empedernido que tenía mucho éxito con las mujeres. Su figura alta y atlética impresionaba grandemente al sexo opuesto y sus grandes ojos, sus rasgos afilados y al mismo tiempo varoniles le proporcionaban una gran ventaja en el terreno de la conquista.
Poco a poco, Beto fue aprendiendo de Andrés la técnica de ligar, y aunque al principio sólo se limitaba a hacerle el paro cuando se trataba de llegarle a un par de chavitas, con el tiempo se fue soltando. Traer un auto tenía muchas ventajas y oportunidades. Sí, en verdad le gustaba su trabajo. Prefería eso a estar lidiando con las obligaciones domésticas de su casa, y aunque Lilí se mantenía muy atractiva, las conversaciones con ella ya le aburrían. Conocía a la perfección los defectos de la abuela, y cuidar a sus hijos no era su vocación, ahora sabía que había nacido para viajar y conocer lugares. También se dio cuenta que conquistar no era tan difícil y que era aceptado más fácilmente de lo que pensaba.
En ocasiones, regresando de algún viaje, Andrés lo acompañaba a su casa, y cenaba junto con Lilí. Los hijos dormidos permitían que la reunión fuera alegre y reparadora. Lilí era la escucha perfecta de sus relatos. Se asombraba y preguntaba sobre los detalles de sus travesías, los lugares que conocían y la manera en que habían enfrentado a los desdichados propietarios de los autos que iban a embargar. Estas veladas que muchas veces duraban hasta la madrugada acompañadas por las cervezas que Lilí traía de la tienda de la esquina iniciaron una extraña amistad entre los tres.
Lilí también percibió lo que todas las mujeres notaban de Andrés. Sus musculosos brazos, su pequeña cintura, su amplia espalda, sus piernas fuertes enfundadas en jeans ajustados no dejaron de llamarle la atención, más aún cuando, durante las charlas, descubría la mirada de Andrés recorriendo su cuerpo y buscando sus ojos.Las primeras veces fingía no darse cuenta, buscaba un pretexto para ir a la cocina o a ver si los hijos permanecían dormidos y así romper con ese coqueteo. Pero no podía negarlo, le gustaba Andrés.
En cada nueva reunión, el coqueteo de Andrés se hacía más evidente. Y ella fue entrando en el juego. Cuando Beto le avisaba que ya regresaban del embargo y que iban rumbo a casa, Lilí iniciaba el rito de bienvenida. Comprar las cervezas. Cambiarse de ropa. Maquillarse, eran los pasos obligados a seguir. Empezó a hacerse de un ajuar más provocativo. Las minifaldas cada vez más cortas y las blusas cada vez más escotadas. Buscar la mejor combinación se convertía en un juego de provocación. Le agradaba ver cómo Andrés la miraba con deseo. Él también hacía lo suyo. Con el pretexto del calor que se sentía en la pequeña salita, desabotonaba su camisa para lucir su abdomen cuadriculado. Lo más sorprendente era la falta de reacción de Beto, pareciera no darse cuenta de ese juego perverso que ellos tenían.
Cuando se terminaba la reunión y Andrés se iba, ella quedaba tan excitada que se encerraba en el baño para masturbarse.
-ooo0ooo-
- Sigo vivo – le dijo por teléfono Beto en tono de broma.
- Ya vamos para allá – advirtió.
Lilí supo lo que tenía que hacer, ya era tarde, los niños ya se habían acostado. Tomó su monedero y salió a la tienda a comprar cervezas y botanas. A ella en lo particular no le gustaba la cerveza, sólo tomaba pequeños traguitos mientras ellos daban cuenta del cartón que ella normalmente proveía. Por eso, para mitigar su sed, compraba refrescos que al día siguiente, si sobraban, disfrutarían sus hijos.
Regresó con las veinticuatro cervezas a casa. Aunque delgada, tenía mucha fuerza y cargar un cartón era una tarea fácil para ella. La abuela compartía la vivienda en el departamento vecino. En esos días había ido a visitar a sus sobrinos en Oaxaca, de donde era originaria, de tal suerte que pudo disponer de su cocina. Lo metió a la nevera.
Después subió a buscar dentro del ropero la ropa que esta vez se pondría. Decidió cambiarse desde la ropa interior. El conjunto negro de tanga y brasier que a Beto tanto le enloquecía fue su elección, y se cubrió con un vestido corto de gran escote, sin mangas, con botones al frente. Se peinó diferente, con la cola de caballo de lado, se pintó discretamente los ojos, lápiz labial rojo encendido en los labios y se puso zapatos de tacón.
Esa vez, los ojos de Andrés se entornaron cuando descubrió la belleza seductora de Lilí, a diferencia de Beto, quien sin decir nada más que un hola y darle un beso pasó de largo a la sala para sentarse en el sillón. Andrés fue más cortés, la saludó de beso supuestamente de mejilla, pero movió su cara justo en el momento en que sus rostros se acercaban para permitir que sus labios se tocaran. Con sonrisa maliciosa, le preguntó cómo había estado, le preguntó por los niños y pidió permiso para pasar a la sala. La reunión fue divertida, ellos venían sumamente agotados manejando desde Tehuacán, Puebla, y con el calor de los tragos la atmósfera se fue haciendo muy densa. Beto se iba sumiendo poco a poco en el letargo que el cansancio del viaje le había causado, mientras que Andrés iba permitiéndose mayores libertades, como el acariciar con sus dedos las piernas de Lilí cuando pasó junto a él para traer más cerveza y botana.
Lilí desabotonó ligeramente su vestido en la cocina, permitiendo que su escote se ampliara y regresó a la sala con la bebida y papitas. Andrés se dio cuenta de esa maniobra seductora y levantándose pidió permiso para ir al baño, pasando así junto a ella y fingiendo tener poco espacio aprovechó para frotar su cuerpo contra el suyo.Cuando regresó a la sala, Beto ya había caído en un sueño profundo rendido por el cansancio del viaje y el alcohol. Andrés trató de reanimarlo, pero Beto ya no reaccionaba. Se había acostado a lo largo del único sillón de la sala, lo que les impedía sentarse.
Salieron a las escaleras y Lilí le pidió ayuda para regresar las cervezas que habían sobrado a la nevera de la abuela, para que no se quemaran. Bajaron las escaleras con las botellas en la mano. Lilí procedió a meterlas a la nevera. Andrés le pasaba cada una viéndola a los ojos, cuando hubo pasado la última, ella cerró la puerta de la nevera y sintió las manos de Andrés en su cintura. Lentamente se dio vuelta y cerró ese abrazo con un beso que había esperado por muchas semanas. El beso se prolongó por mucho tiempo permitiendo que las manos de Andrés fueran desabotonando su vestido, mientras sus lenguas comprobaban el deseo mutuo que tenían. El vestido cayó a sus pies dejando su cuerpo en lencería expuesto a la mirada encendida de Andrés. Las manos de Andrés continuaron la exploración previa de su mirada. Lilí sentía la fuerza delicada que la acariciaba. Su piel le respondía acercando su cuerpo. Andrés se quitó la camisa mostrando su tórax de grandes pectorales y abdomen marcado.
Lilí se arrodilló frente a él y con gran habilidad desabrochó el cinturón de gran hebilla que rodeaba la cintura. Desabotonó el pantalón. Tocó con sus manos y labios el dotado miembro que despertaba bajo los boxers. Acto seguido, bajó lentamente esa prenda y su lengua acarició el pene ya erecto de Andrés, una y otra vez, haciendo un recorrido completo desde la cabeza hasta los testículos. Lo introdujo en su boca y succionó varias veces. Andrés la tomó de los cabellos y le fue indicando el ritmo que debía seguir. Lili había aprendido desde su infancia estos menesteres. Su primo la había entrenado en muchas ocasiones.
Con la excitación creciendo, Andrés le retiró brasier y tanga al tiempo que ella lo desnudaba por completo, y en el piso de la cocina, sobre la camisa extendida de Andrés, Lili se entregó con toda la pasión que venía guardando. Recostada boca arriba recibió los embates de Andrés, quien sobre ella arremetía con toda excitación que Lilí le provocara. Excitación que fue aumentando hasta llegar al orgasmo. Las piernas de Lili abrazaron la cintura de Andrés, mientras él depositaba en su interior todo el deseo acumulado por meses. Los músculos se relajaron y Andrés se recostó a su lado. Permanecieron en silencio algunos minutos. Después fue vestirse, subir y confirmar que Beto seguía dormido. Lo cargaron hasta su cama, y se despidieron con un largo beso, Andrés partió.
Esa noche Lili no podía dormir. Estaba feliz y a la vez triste. Su sueño se había cumplido, pero entendió que la relación con Beto sería otra a partir de ahora. Supo que no podía separarse porque sus hijos tenían ahí habitación, comida y sustento. Nada les faltaba, aunque ella estuviera sola e ignorada.
- Mañana veré que hago - se dijo, y finalmente concilió el sueño.
1:01 pm Tuesday, 23rd March, 2021
Cogjelon2029
sabemos que en el aspecto sexual,y entendimiento y de acuerdo a la pareja,se pueden desarrollar muchos juegos sexuales. |
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2:15 pm Tuesday, 30th March, 2021
Zet518
En ese aspecto estoy de acuerdo como una mujer que tuvo una aventura va dejarlo todo si su hombre le cumple con un techo y manutencion para sus hijos que igual tienen comida... no es malo tener una aventurita loca pero; no por eso vas a mandar todo al carajo lo que te a costado por años construir un hogar sobre todo con hijos. |