Jugando entre piernas

disver

Me encanta jugar entre las piernas de una mujer, recorrer su cuerpo con mi lengua y mis mejillas, viajar lentamente desde su abdomen, hasta sus pies y regresar hasta que mi cara quede prisionera entre sus muslos.

Me estimula el experimentar la excitación de ese contacto suave, que es la antesala de una experiencia que aún sólo existe en su imaginación y en la mía. Sentir cómo esa sensación cálida comienza a incrementarse, para convertirse en un fuego intenso.

El siguiente paso. Mi nariz casi tocando su sexo, me llegan los primeros aromas de la pasión que esta pronta a desatarse. El primer contacto, es el de mi respiración sobre su vulva, un flujo de aire caliente que hace aparecer el color en toda la zona, a medida que aumenta la irrigación y la excitación. Ahora un delicioso aroma a almizcle y amoníaco se intensifica, olor característico, que para mi es como una copa de buen licor y con el mismo efecto embriagante que comienza a exacerbar mis sentidos. Unos besos tímidos y suaves en los muslos que se encaminan hacia su sexo y por fin mi boca se apodera de su entrepierna.

Comienza el siguiente tiempo. Se acabo el preámbulo, el asalto final a su entrepierna, es ahora. Comienzo a jugar succionando sus labios menores, muy suave primero y poco a poco los voy estirando cada vez más, los acaricio con mis labios, inundo su sexo con mi halito caliente y mi respiración agitada. Mi lengua recorre todo el camino entre su ano y su clítoris, su cuerpo entero responde a mis caricias, su flor expuesta de intenso color rosa, va despertando.

Primer contacto. Mi lengua, por fin toca esa suave superficie interior y puedo probar el sabor de su pasión.

Subimos de nivel. Ahora sus caderas cobran vida y mi lengua juega con su clítoris y mis labios lo succionan. La lujuria se despierta y la razón nos abandona.

Comienza el baile. El movimiento de sus caderas me obliga a aferrarla por las piernas y así adoptar el ritmo que ellas imponen.

Del baile al concierto. Comienza a aparecer la música en forma de sus gemidos. Esos sonidos propios de la excitación que acompañan al placer. Su coño sabroso y mi boca son uno y me delito con el sabor agridulce que mana caliente de su interior, se me eriza la piel y se me embotan los sentidos. En ese punto mi único objetivo, es hacer más intensas la danza y la melodía.

Alcanzando el cielo. Mis dedos se incorporan al juego, un par se introducen buscando esa suave rugosidad en la pared anterior, la espalda del clítoris y comienzo a acariciarla por dentro con mis dedos y por fuera con mi boca. Los gemidos intensos y la pelvis que salta salvaje, me dicen que siga adelante, mi mano libre deja de aferrar su pierna para escalar hasta los senos, que con la excitación estrujo entre mis dedos y si seguimos hasta deleitarnos con unos espasmos maravillosos, que son como el aplauso para el artista.

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