Una noche de trío inesperada. Parte 2

Peter

Subimos a mi casa. Estaba en esa misma calle, cerca de la zona de marcha. Mi amigo estaba allí, tirado en una cama, desnudo, dormido y empalmado (a saber qué estaría soñando). Nos quitamos la ropa y ella se lanzó sobre él, que se despertó sobresaltado. Antes de poder decir nada, un pecho se metió en su boca, él empezó a entender lo que pasaba, y aún medio dormido comenzó a succionar.
- Al final has venido a por dos pollas, ¿eh, zorrita? – le soltó en cuanto ella sacó su pezón de su boca.- Sííí. Hoy soy vuestra zorrita. ¿No es eso lo que llevabais buscando toda la noche? – Y bajó su boca hasta la polla de mi amigo.Entonces me acerqué. Su culo y coño quedaban completamente expuestos a mí. Podía oler su humedad, su excitación. Y quise saborearlo. Saqué mi lengua. Comencé a recorrerla desde el clítoris hasta el ano, pasando su humedad de un agujero al otro. Un gemido se escapó de su boca. Y la mía cada vez estaba más llena de jugos, sensuales, sedosos y sabrosos.
Ella se afanaba en darle placer a mi amigo. Su boca subía y baja por su polla llenándola de babas. Él se dejaba hacer, agarrando su cabeza de vez en cuando y empujándola hacia abajo, haciendo que todo su miembro se perdiese dentro de su boca. 
Yo ya no aguantaba más. En un momento en que mi amigo la soltó, yo me levanté detrás de ella, le cogí del pelo y tiré su cabeza hacia atrás. Acerqué mi boca a su oído para susurrarle.
- Ahora, voy a follarte sin ningún miramiento – le dije.

Y de un golpe, metí mi polla dentro de su coño. Ella gimió. Y comencé a taladrarla de forma brusca, con movimientos rápidos. Un pequeño grito salía de su boca cada vez que la embestía. 
Mi amigo salió de debajo de ella y se puso de rodillas delante de su cara. Con cada empuje mío ella acercaba su cara a su mástil. Y él aprovechaba para darle pequeños golpes con él en los papos.

- Yo también quiero probar ese coño jugoso – me dijo él.

Y nos cambiamos. Realmente ella se cambió. Giró su cuerpo dejando su trasero a merced de mi amigo y su boca a mi merced. Me sonrió. Y nos cambiamos. Realmente ella se cambió. Giró su cuerpo dejando su trasero a merced de mi amigo y su boca a mi merced. Me sonrió.

Sus ojos se cerraron en cuanto mi amigo la penetró y su boca se abrió ligeramente. Me quedé un poco mirando. Ella lo notó. Abrió los ojos y no dejó de mirarme, y luego cogió mi polla, se la metió en la boca, y comenzó a chupar al mismo ritmo.
- Lubrícala y prepárala – le dije a mi colega.
Él comenzó entonces a meter sus dedos en su ano, poco a poco, mientras no dejaba de penetrarla profundamente. Al cabo de un rato, yo me separé y acerqué a su cara. La besé, y ella me confesó, entre gemidos:
- Creo… que voy… a correrme...- Nada de eso – le dije, y con un gesto le indiqué a mi amigo que saliese de ella – Aún tienes que probar una cosa más antes de que te corras.

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