El cumpleaños de Sofía (III)

2:48 pm Saturday, 26th October, 2019

ElPrincipeOscuro

La siguieron empalando por todos sus agujeros durante
más de una hora, primero unos en su coño, otros en su culo,
que sentía ya enormemente dilatado y palpitante “No me
podré sentar en un mes”, pensó, otros muchos en su boca,
de la que goteaba ya un largo chorro de saliva que se deslizaba
por su barbilla. Ya se había corrido tres veces y tenía el
pelo completamente mojado y pegado a la cara, sentía como
su rimmel caía rostro abajo junto con su color de labios
a medida que aquellos animales le frotaban sus pollas por
la cara, haciéndole saltar las lágrimas de emoción y humedeciéndola
con sus fluidos. Cada vez con más frecuencia e intensidad,
los comentarios subidos de tono se sucedían
- Así, puta, mama.
- Como una guarra…
• Trágate esta polla, cerda, métetela hasta los huevos
- Te voy a reventar el culo ¿Te gusta, verdad, viciosa?
- ¡Venga, puerca, puta! Así… mueve el culo.
Sofía se colocó boca arriba con uno de los tíos debajo de
ella, sin dejar que la polla saliera de su culo. Su coño volvió
a ser rellenado de inmediato, pero el ardor había subido
muchos grados en aquella habitación y otro varón comenzó
a meterle, no sin dificultades, una segunda verga simultánea
en su escocido coño. Ella creyó reventar de placer y excitación,
tenía una en lo más profundo de su ano, dos en la vagina y dos
o tres más hacían desesperados esfuerzos por hacerse un
sitio en su boca.
- Muy bien, putilla, demuéstranos lo zorra que eres…
- Te estamos dejando bien todos tus agujeros…
Sofía contestaba entrecortadamente y jadeando que sí,
que era una auténtica zorra, una puta sin remedio y gritaba
que podían hacer con ella todo lo que quisieran, pero que
por favor no dejaran de follarla, y que quería que la reventaran
viva y sin compasión. Los que estaban follando se enardecían
más si cabe y se retiraban, presurosos, antes de eyacular.
Ella había perdido la cuenta de sus propios orgasmos. Luis
lo filmaba todo con detenimiento, pero un gran bulto se
marcaba nítido bajo su pantalón hacía tiempo, mientras
Yolanda ayudaba lo que podía en aquel contorsionamiento
gimnástico múltiple, y eventualmente masturbaba a algunos
de los varones para que mantuvieran sus miembros bien tiesos
mientras aguardaban. Los más agotados se sentaban a esperar
en el sofá o en algunas de las sillas, mientras trasegaban
copas y copas de champán o agua.



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