Un polvo rápido con cualquiera

Lo necesitaba ya mismo. Me dispuse a ser suya de la manera más sucia posible, pero no conté con su poco tacto y falta de atención. Sin dar muchas vueltas, lo solté: “quiero sexo contigo". Él sonrió y cerró la puerta. Bajó las persianas y se acercó a mí.

Yo esperaba un beso profundo y caliente. En cambio, obtuve un tirón de pelo, me giró y con un pie separó mis piernas, mientras bajaba mis bragas. Introdujo un dedo y giró mi rostro, me besó mordiendo mis labios tan fuerte que sangraron un poco. Entonces, entre mi desconcierto y su veloz reacción, no pude hacer nada sino emocionarme. Él ya tenía el miembro fuera y yo únicamente me dejé caer sobre el escritorio. Se introdujo en mi y con lentas pero fuertes embestidas me hacía rebotar sobre la mesa y sentí un enorme placer del que sólo pude emanar un pequeño grito ahogado. De pronto, empecé a palpitar sin moverme, ni un poco, y él seguía embistiendo hasta que inminentemente llegó al final. Sin decir ni una palabra, se subió la bragueta y salió del piso. Me dejó ahí. No se volvió a decirme nada y yo, sólo me arreglé el vestido, me limpié lo que me había dejado entre las piernas y salí.

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