Donde estés, te amo, mi sumisa

Estas atenta a mi voz, dispuesta a todo,
tu cuerpo tiembla de excitación esperando
el momento justo para sentir, gozar, gemir y arder en mis manos;
bella dama que dócilmente te entregas al deseo, divina mujer que entiende que al permitirme poseerte
a mi manera el placer es mutuo por amor, devoción y convicción. 
Soy tu amo y eso es algo que me da placer perverso,
eres mía y tú lo sabes bien; lo nuestro va más allá de prejuicios
y moralidades blancas, jugamos fuego para arder en busca de caminos
dónde la fidelidad es el centro de todo poder.
Bella sumisa, dócil ángel mío,
eres obra perfecta en lienzo puro del amor,
mi búsqueda en ti encontró buen final;
eres el mundo que día a día me fascina reinventar. Mía siempre serás... 
Mi mejor momento es cuándo estoy en ti,
cuándo dejamos de ser dos para convertirnos en uno sólo,
cuándo mis deseos se van tatuando en tu piel, cuándo mi lujuria encuentra hogar en tus caderas, en tus piernas y en tu alma;
sublime instante al escucharte pedirme más, suplicar que haga eterno tu sentir, ver el gozó excelso que despides en los poros,
gozar esos orgasmos infinitos que me regalas incluso
cuándo he dejado de tocarte pero tu cuerpo sigue temblando de un enfermo placer.

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