...y cada vez que la inhalaba, los vapores deshacían su estructurada defensa e invadían todos los rincones de la mente, haciéndole perder paulatinamente poder y control. El deseo se desato por su cuerpo alimentado por una necesidad física y mental, bombeada por un corazón acelerado que transformaba a bocanadas el febril calor y lo hacía trepar por sus muslos, endureciendo su polla, perdiéndose por los glúteos y humedeciéndole el escroto. –Ponte un poco más– estas suaves pero autoritarias palabras penetraron uno de sus oídos hasta resonar en su cabeza. De forma mecánica acerco la pequeña botellita a su nariz he hizo dos profundas inspiraciones. De nuevo la misma voz quiso susurrarle más cerca esta vez –Aguántalo dentro, no lo sueltes y siente como crece, como quema, oye tus latidos...un poco más...un poco más…¡ya!– entonces, entreabrió la boca y exhalo muy despacio el aire retenido al mismo tiempo que una nueva oleada de calor transformado en deseo y deseo en necesidad, le entornaba los ojos, le secaba los labios y de nuevo se perdía por los rincones mas secretos de su cuerpo hasta conquistar su mente y sembrar en ella, una insoportable abstinencia que la torturaba y encendía con los apetitos más primitivos.